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Abr, 18, 2006


 

 

 

 

 

 

Hijos competentes (2)

La preparación para la vida de los hijos no puede ser solamente instruccional, ha de ser también a través de experiencias de vida ricas en amor, cariño, aceptación y aprobación.

Jugar en los primeros años...

A jugar y seguir jugando. Como padres es preciso que además de atender las necesidades básicas físicas de los hijos, como alimento, vestido, entre otras: entendamos, que tienen necesidades emocionales básicas, que solo verán satisfechas a través de la convivencia, de las risas que logremos en ellos, de lo involucrados que estemos en sus aprendizajes, en sus experiencias diarias, en sus logros y en sus tropezones... muchas cosas se aprenden también e incluso mejor jugando, desde pequeños podemos verlo; su desarrollo es notable gracias a los juegos que papá y mamá inventan, gracias al tiempo que invierten en ellos, créanme nunca será perder el tiempo. Todo el tiempo que se les da a los hijos se verá reflejado en el desarrollo sano de su personalidad.

Las necesidades también son espirituales y estas, en particular, se verán adecuadamente atendidas a través del ejemplo de los padres, cuando estos les enseñen a los hijos, no solo de palabra, sino especialmente con el ejemplo de su propia vida, que hay un solo Dios por el cual vale la pena vivir y morir amando.

Figuras importantes para la formación de la personalidad

Como hemos visto ya, papá y mamá son las figuras más importantes para los hijos, son aquellos quienes les dan seguridad, crean un clima de pertenencia y de estimación. Cuando un padre y una madre juegan con su hijo le hacen notar y sentir de diversas formas que los aman a ellos, tanto que se dan a sí mismos, que interrumpen todas las demás actividades como el trabajo, el quehacer, el descanso, la salida con amigos para darse a sus hijos, para compartirse, para hacer en el tiempo una actividad todos juntos, expresando así el amor inmenso por ellos.

Hablando de los padres de familia, “Los que influyen de manera más profunda en la vida de los niños no sólo les dedican tiempo, sino que además atienden sus deseos, su llanto y sus necesidades” Esterbrook y Goldberg, 1984; Parke, 1981.

Esta demostración de amor tendrá por añadidura niños felices, alegres, dóciles y responsables.

Otras personas importantísimas en la vida de cualquier ser humano desde la niñez y especialmente en ella son los hermanos, que forman apegos importantes y duraderos unos con otros desde la infancia, aunque los más pequeños suelen sentir más apego por los mayores y no a la inversa” Lewis, 1987.

Al tener hermanos el niño aprende a compartir, cooperar, ayudar y sentir empatía, los hermanos son modelos sociales importantes. Todas aquellas cualidades que un ser humano requerirá tener desarrolladas en su adultez se cultivan durante la niñez y dentro del rubro social no hay mejor colegio que la de vivir con varios y varias hermanas para aprender a través de todo tipo de juegos, valores y virtudes como: la subsidiariedad, solidaridad, la justicia, la generosidad, sociabilidad, respeto, amistad, entre otras.

Dado lo anterior y obviando naturalmente una de las finalidades del matrimonio, el don precioso de los hijos y su apertura a la vida, los padres han de considerar seriamente el darse a sus hijos a través también, si así es posible, de la donación extraordinaria de hermanos para que mutuamente se amen y se ayuden a crecer a través de la convivencia diaria y preciosa de almas entrañables unidas en principio por lazos sanguíneos.

Los abuelos, aunque su rol es distinto al de los padres, ofrecen aprobación, apoyo, simpatía. En muchas culturas también constituyen una identidad familiar y sentido de tradición.

 “La familia se convierte en la primera e insustituible escuela de socialidad, ejemplo y estímulo para las relaciones comunitarias más amplias en un clima de respeto, justicia, diálogo y amor.” JPII, La Familia en Tiempos Modernos, no. 43.

Hijos competentes para amar

La preparación para la vida de los hijos no puede ser solamente instruccional, ha de ser también a través de experiencias de vida ricas en amor, cariño, aceptación y aprobación, entre otras, en donde la convivencia, las pláticas y los juegos tienen un papel fundamental para involucrar a hijos y padres en la labor preciosa y única de crecer como personas humanas, de aprender no solo cómo es el mundo sino también como puede llegar a ser si las personas que se forman en ambientes sanos y llenos de amor salen a competir por un mundo verdaderamente mejor.

No olvidemos que “La familia constituye el lugar natural y el instrumento más eficaz de humanización y de personalización de la sociedad: colabora de manera original y profunda en la construcción del mundo, haciendo posible una vida propiamente humana, en particular custodiando y transmitiendo las virtudes y valores”. JPII, La Familia en Tiempos Modernos, no. 43.

Papás no tengan miedo de tener hijos, no titubeen nunca en pasar tiempo con ellos, recuerden que su persona es lo mejor que les pueden compartir.

Para tener hijos competentes busquen que sus hijos reciban la mejor instrucción, pero sobre todo esfuércense porque aprendan lo que es el amor, que se ejerciten en las virtudes humanas; papás, si quieren que sus hijos sean felices, pero de verdad felices, enséñenles con su vida a que aprendan a preferir los tesoros del cielo.

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