Saber qué actitudes verdaderamente efectivas pueden
ayudarnos a ejercer un liderazgo más eficiente podría
beneficiarnos enormemente. Para ello creo que el mejor
ejemplo es Alejandro, un joven que murió muy joven, y
sin embargo ya había conquistado al mundo...
Literalmente.
Por Sheila Morataya-Fleishman
Cuando Alejandro estuvo en edad de comenzar su
preparación, su padre le dejo claro al maestro que había
elegido para su hijo que quería que fuera un gran
conquistador. El maestro le aseguró que le enseñaría a
ser noble y generoso con el vencido….y a hacerse amar de
sus súbditos. El padre insistía en que quería que fuera
fuerte, que supiera mandar y que era importante que
conociera la superioridad de todo griego ….El maestro
agregaba: “pero también es importante que ame la
sabiduría, que sepa pensar y que aprenda que la modestia
hace invencible a los hombres que la practican. Una
perfecta combinación de fuerza y mente.
Gracias a las enseñanzas de su maestro, Alejandro se
convirtió en el uno de los líderes más grandes de la
historia. Por supuesto que hablamos de Alejandro Magno,
de su maestro Aristóteles y del padre de Alejandro, el
Rey Filip. Alejandro Magno fue un ejemplo vivo de lo que
significa convertirse en verdadero líder de equipo.
Podemos estudiar algunas de sus cualidades que nos
llevarán a la conclusión que las empresas de hoy
necesitan desarrollar estás habilidades
actitudinales
en sus líderes.
Nuestras empresas están llenas de gente, con diferentes
historias biográficas, costumbres y hábitos. Pero
también es gente, que está ávida por conocimiento y que
está ansiosa de trabajar en equipo con un jefe que los
inspire. Este líder tiene que tener una mente orientada
a alcanzar los objetivos proyectados y un trato humano,
que haga sentir que la gente es el primer principio
dentro su escala de valores. Alejandro aprendió a
considerar que nada podría llevarse a cabo sin aunar los
esfuerzos de los que formaban la comunidad helénica. Era
un jefe profundamente juicioso y sus acciones las
planeaba muy cuidadosamente. Su justicia llegó a darle
esa fama de Magno, (en sentido moral), ya que era
magnánimo hasta con sus peores enemigos. Un ejemplo es
lo que hizo con su más poderoso rival Darío al
conquistar su territorio, -llegó a perdonarle la vida a
su esposa e hijas- Un noble gesto que Darío nunca llegó
a agradecer ya que murió en el campo de batalla.
La revista Training & Developmet en su edición de Marzo
2000, hace un estudio de los líderes a través de la
historia con interesantes conclusiones en cuánto a
habilidades de carácter que los jefes deben aprender a
desarrollar:
·
Ejecutivos justos y magnánimos
·
Ejecutivos con un comportamiento fuertemente
equilibrado.
·
Un fuerte énfasis en el continuo desarrollo humano de su
equipo de líderes.
·
La identificación de las competencias de liderazgo de
cada uno para sostener la estrategia
·
Un alto nivel de unidad a nivel gerencial y un fuerte
compromiso a continuar con la renovación constante de la
organización.
Si reflexionamos estás cualidades podríamos decir que
son las mismas fuerzas de fondo que sostenían la visión
de Alejandro Magno para llegar a ser un gran
conquistador.
Sobre todo, este líder aprendió, que para conquistar lo
que sea, hay primero que aprender a pensar. Es desde
nuestra mente que desarrollamos y ponemos en acción
nuestros valores creativos en el trabajo.
Cuando manifestamos el trato justo y la tolerancia nos
convertimos en ejemplo que arrastra a los demás a
seguirnos.
Como gerentes, jefes, directores, emprendedores de una
estrategia organizacional, tratemos de empezar por el
principio: aprendamos a armonizar con nosotros mismos.
ANALIZA:
1-
¿Cómo escucho a mi empleado a la hora de la resolución
de un conflicto?
2-
¿Me esfuerzo en entender sus razonamientos y
sentimientos?
3-
¿Estoy consciente que el conflicto interpersonal es la
mayor fuente de sufrimiento?
4-
¿Realmente pienso que lo que voy a decir va a ser útil a
esa persona?
5-
¿Cómo es mi mirada cuándo tengo un conflicto? |