Cada acción que hagamos en beneficio de otro ayuda a la
felicidad de todos.
Cierto día, caminando por la playa reparé en un
hombre que se agachaba a cada momento, recogía algo de
la arena y lo lanzaba al mar. Hacía lo mismo una y otra
vez. Tan pronto como me aproximé me di cuenta de que lo
que el hombre agarraba eran estrellas de mar que las
olas depositaban en la arena, y una a una las arrojaba
de nuevo al mar.
Intrigado, lo interrogué sobre lo que estaba
haciendo, a lo cual me respondió: Estoy lanzando estas
estrellas marinas nuevamente al océano, como ves, la
marea es baja y estas estrellas han quedado en la
orilla, si no las arrojo al mar morirán aquí.
Entiendo, le dije, pero debe haber miles de
estrellas de mar sobre la playa. No puedes lanzarlas a
todas. Son demasiadas. Y quizá no te des cuenta de que
esto sucede probablemente en cientos de playas a lo
largo de la costa ¿no estás haciendo algo que no tiene
sentido?
El nativo sonrió, se inclinó y tomó una estrella
marina y mientras la lanzaba de vuelta al mar me
respondió: ¡Para ésta si lo tuvo!
Cada acción que nosotros hacemos en beneficio de otros
ayuda a lograr la felicidad de todos. Por más pequeña
que sea tu acción nunca dejes de hacerla. Y aquí cabe
recordar a la Madre Teresa de Calcuta que decía: “Yo
puedo hacer lo que tu no haces, tu puedes hacer lo que
yo no hago y juntos podemos hacer algo hermoso para
Dios”
"La felicidad consiste en
hacer el bien." Aristóteles. |