Tener una responsabilidad en casa, es un medio para que
los hijos, chicos y grandes, aprendan a servir a los
demás, valoren el trabajo en equipo y contribuyan al
buen funcionamiento del hogar.
Educar en la convivencia familiar es todo un arte.
Consiste en demostrar a los niños y adolescentes que
todo lo que hacemos o dejamos de hacer afecta a los
demás, que la generosidad no sólo implica servir sino
también reconocer, valorar y agradecer el servicio de
los demás.
Las pequeñas tareas domésticas son un medio eficaz de
educar para la convivencia. Y las vacaciones, la época
ideal para poner en marcha un plan de acción familiar.
Pero no se trata simplemente de repartir tareas y luego
regañar si no las sacan adelante: asignar y supervisar
encargos también es un arte porque implica saber qué y a
quién encargar algo.
En una familia los padres son la cabeza del equipo y
deben organizarlo para lograr, como objetivo inmediato,
que la convivencia sea agradable para todos, y como
objetivos de mediano y largo plazo, que esa convivencia
permita formar seres humanos íntegros, expertos en el
arte de convivir con otros.
Al preparar el tiempo de vacaciones, les proponemos un
concreto y práctico “plan de acción” para distribuir
encargos familiares con los que se lograrán dos
objetivos: en el corto plazo, distribuir el trabajo
entre todos y minimizar con ello el desorden y la
sobrecarga de tareas que generalmente pone más cansada y
gruñona a la mamá; en el mediano y largo plazo, hacer
crecer a los hijos en generosidad y fortalecerles para
enfrentar luego la vida.
Antes de desarrollar el plan de acción, hay que hacer
una aclaración: nada de esto resulta si la mamá o el
papá considera que "es más fácil que yo haga todo", o
"yo lo hago más rápido y mejor". Coordinar, motivar,
supervisar y corregir es mucho más importante que
"tener una casa que funcione como reloj". Por eso, si
bien el plan de acción exige constancia y
responsabilidad por parte de los hijos, también exige
paciencia y vista gorda por parte de los padres: tal
vez a los niños no les quede tan bien cortado el pasto,
pero si lo han cortado con esmero, tiene mucho valor.
Manos a la obra.
Después de la comida familiar, pida que entre todos
vayan nombrando todas las tareas que se realizan para
lograr el buen funcionamiento de la casa. Pida a un hijo
"secretario" que vaya tomando nota. Sin duda resultará
una larga.
Estimule a sus hijos a elegir tareas de esa lista que
ellos podrían comprometerse a hacer. No dé como motivo
que la mamá está cansada, o que con todos los niños en
la casa hay más trabajo o que no hay ayuda doméstica.
El gran motivo es adquirir un compromiso con la familia,
sentirse parte fundamental de un equipo.
Es importante demostrar que las tareas de la casa no son
responsabilidad de las mujeres sino de todos quienes
viven en ella. Lo importante es distribuir la lista
de encargos según los intereses que cada cual mostró.
Asigne las tareas pensando cuál puede ser más educativa
para cada hijo según su carácter y aptitudes personales.
No caiga en la tentación de remunerar los encargos o
establecer un cierto tipo de trueque. Al contrario,
motívelos con frases como "Somos un equipo", "Lo que
hagas o dejes de hacer afecta a los demás", "No ayudo
por cumplir sino por servir", que puede escribir en una
cartulina a la vista de todos. Cada familia tiene su
estilo y en algunos hogares estos lemas pueden causar
mucha risa. Y si esos no te resultan, siempre tienes a
la mano el viejo lema de la abuela: "el que no coopera,
no come".
SUERTE y disfruta el verano!!!! |