Colaboración
de Marilú Galván
En la vida se enfrentan momentos de mucho dolor en los
que creemos morir, porque sentimos que no hay más
razones de existir, más aún cuando eso que tanto nos
hace sufrir, tiene que ver con el amor…
El
decir adiós a alguien especial; el perder a ese ser que
tanto supimos amar, el experimentar la traición o el
desamor, o darnos cuenta que simplemente lo que había se
acabó; son de las muchas situaciones que generan
depresión, absorben las fuerzas humanas, y rompe en mil
pedazos el corazón.
Cuando
se entrega todo y al final nos damos cuenta que nos
quedamos vacíos; porque simplemente nos dimos por entero
y no recibimos nada; o quizás cuando habiéndonos
acostumbrados a compartir cada día con ese ser que nos
hacía ganarle la batalla a la rutina, nos llega el
momento de separar los caminos y buscar por separados lo
que nos depare el destino… llegamos a sumergirnos en la
oscuridad sin poder ver nada claro, sin saber que
sendero tomar.
En cada
uno de esos instantes en que a pesar de sentirnos morir,
si logramos vencer el dolor y no renunciar a vivir;
habremos comprobado una vez más, que aquello que no nos
mata, nos hace más fuerte y nos ayuda a superar
experiencias aún más difíciles que nos toque algún día
enfrentar.
Ahí en
esos momentos de tanto dolor, mientras miramos a nuestro
alrededor, todo parece seguir igual, nada se detiene, el
mundo no deja de girar; pero en nuestro interior, al
contemplar como se ha quebrantado el alma, sabemos que
algo debe cambiar, nada volverá a ser como antes, porque
en ese proceso de sanar y reparar, habremos obtenido
una nueva inmunidad que nos va haciendo más fuertes y
nos ayuda a crecer y madurar.
Lo que
no nos mata nos hace más fuertes, es lo que también
sucede cuando le ganamos la batalla a la enfermedad,
igualmente cuando somos bendecidos con un nuevo día que
el Amigazo nos quiere regalar, para que hagamos realidad
su sueño en cada uno de nosotros y la misión que nos
supo confiar.
Ante la
tristeza y la adversidad no debemos perder la esperanza
de que todo eso tarde que temprano va a pasar, nada
es para siempre, la noche no es eterna, la luz
siempre vence la oscuridad. Con Dios, aunque el dolor
sea muy difícil de afrontar, su amor nos llena de
fuerzas, nos hace invencibles y nada ni nadie nos puede
derrotar… por eso no podemos perder la fe ni soltarnos
de la mano de Aquel que con y por amor nos quiso salvar.
Lo que
no nos mata, nos hace más fuertes… no nos dejemos
vencer, hemos sido creados para ser felices y hacer
nuestros sueños realidad; simplemente hay que luchar,
levantarnos cada vez que caigamos, reparar el corazón,
sanar el alma, no negarnos nunca la oportunidad de amar…
cuando las cosas no nos salen como queremos, ahí en esos
momentos en que la vida nos da sorpresas, cuando todo
parece incierto, ante la perdida, la incertidumbre y la
oscuridad; aún en la fragilidad, en esos instantes de
miedo de darnos otra oportunidad; ahí, mientras
intentamos aprender a empezar de nuevo, las veces que
sea necesario intentarlo y volver a comenzar, tengamos
siempre presente que el dolor asumido con paz nos
renueva, nos hace crecer y nos ayuda a transformar
nuestra vida.
Kary
Rojas |