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Ago, 17, 2006


 

 

 

 

Él te encontrará a ti. 2ª parte.

Tommy estaba gravemente enfermo y había buscado a Dios pero no había obtenido respuesta…

Bueno, pues un día me desperté y en lugar de estar lanzando mis reclamos inútiles por encima de ese muro de ladrillos a un Dios que posiblemente no estuviera ahí, me rendí... Decidí que en realidad no me importaba Dios, ni una vida después de la muerte, ni nada que se le pareciera. Decidí pasar el tiempo que me quedara haciendo algo más provechoso. Pensé en usted y en su clase y recordé otra cosa que usted nos había dicho:'La mayor tristeza es pasarse la vida sin amar. Pero sería igualmente triste pasar por la vida e irse sin nunca haberle dicho a los que uno  ama que los ama”.

Así que empecé por el más difícil, mi padre. Él estaba leyendo el periódico cuando me le acerqué: "Papá"

"¿Qué?", preguntó sin quitar sus ojos del periódico.

"Papá, quisiera hablar contigo."

"Bueno, habla."

"Papá... es algo verdaderamente importante."

Bajó el periódico lentamente, "¿De qué se trata?"

"Papá, yo te amo. Sólo quería que lo supieras."

(Tom me sonrió mientras me contaba con satisfacción, como si sintiera un gozo, cálido y secreto, que fluía a través de su interior.)

Entonces mi padre hizo dos cosas que no recuerdo que hubiese hecho antes: él lloró y me abrazó. Estuvimos hablando toda la noche, aunque él tenía que ir a trabajar al día siguiente. Me sentí tan bien de estar cerca de mi padre, de ver sus lágrimas, de sentir su abrazo y de oírle decir que me amaba.

Fue más fácil con mi madre y con mi hermano pequeño. También ellos lloraron conmigo y nos abrazamos y nos dijimos cosas bonitas los unos a los otros. Compartimos las cosas que habíamos guardado en secreto por tantos años. Sólo me arrepiento de una cosa: de haber esperado tanto tiempo. Ahí estaba, comenzando a abrirme a todas las personas que siempre habían estado tan cerca de mí.

Entonces, un día me volteé ¡y ahí estaba Dios! No vino a mí cuando yo se lo rogaba. Me imagino que yo me portaba como un entrenador de animales aguantando el aro para que saltara: ¡Vamos, salta! Te doy tres días, tres semanas. Dios hace las cosas a Su manera y a Su hora. Pero lo importante es que Él estaba ahí. ¡Me había encontrado! Usted tenía razón, me encontró aún después de que yo dejé de buscarlo."

“Tom”, le dije casi sin aliento, "yo creo que estás diciendo algo muy importante y más universal de lo que tú te puedas imaginar. Por lo menos para mí, lo que estás diciendo es que la forma más segura de encontrar a Dios: es la de no hacerlo una posesión particular, un solucionador de problemas, un consuelo instantáneo en tiempos de necesidad, sino abrirse al amor. 

"Tom, ¿podría pedirte un favor?”, pregunté. “Fíjate, cuando te tenía en mi clase eras una verdadera molestia, pero (riendo) ahora puedes compensarme por todo... ¿Vendrías a mi curso de Teología de la Fe y les contarías lo que acabas de contarme? Si yo se los dijera, no tendría el mismo impacto que puede tener al contárselo tú."

"Oooh. Yo estaba listo para usted, pero no sé si estoy listo para su clase."

"Piénsalo Tom, y si te sientes listo, llámame."

Tom me llamó a los pocos días y me dijo que estaba listo para la clase, que él quería hacer eso por Dios y por mí. Así que hicimos la cita, pero Tom nunca pudo llegar... Él tenía una cita mucho más importante que la mía y mi clase. Por supuesto que su vida no terminó con la muerte, sólo cambió. Él dio el gran salto de la fe a la visión. Él encontró una vida más hermosa que todo lo que ha oído, visto o imaginado el ser .

Antes de que él muriera, hablamos una última vez: "No voy a poder llegar a su clase", me dijo. "Lo sé, Tom."

"¿Les dirá usted por mí? ¿Le dirá al mundo entero por mí?"

"Sí, Tom, les diré. Haré lo mejor que pueda."

Así que a todos ustedes que han tenido la bondad de oír esta simple historia sobre el amor de Dios, gracias por escuchar. Y a ti, Tommy, en los brillantes y verdes cerros del Cielo: se los dije lo mejor que pude...

Muchas gracias,

Rev. John Powell

Profesor de Loyola University, Chicago, Ills.

Dios tiene un tiempo para todo, hasta para encontrarnos con Él, ojalá que nuestro encuentro sea en nuestra juventud y no en los últimos años de nuestra vida, para que podamos disfrutar su acción amorosa en cada instante de nuestra existencia.

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