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Sep, 20, 2006


 

 

 

UNA GUERRA FAMILIAR   

Alicia Cruzat. Revista Hacer Familia

Con o sin quererlo, los padres que se separan tienden a formar alianzas con sus hijos. De ellas es probable que surjan graves manipulaciones que se conocen como el Síndrome de Alienación Parental. Sus consecuencias pueden ser tan dañinas que es conveniente tratarlo a tiempo.

Hace veinte años, el psiquiatra norteamericano Richard Gardner diagnosticó el primer caso de Síndrome de Alienación Parental (SAP), definiéndolo como la manipulación del padre que tiene la custodia de los hijos en desventaja del otro. Cinco años más tarde, dos evidencias clínicas instaron a los expertos a ahondar más en el tema: la existencia de adultos, hijos de padres divorciados, con trastornos psíquicos; y de padres que después de la separación habían perdido el contacto con sus hijos y que tenían una grave crisis psíquica.

Hoy se ha definido que la alienación parental consta de tres actores: el padre alienador, que es el que tiene la custodia del hijo y que lo manipula en contra del otro (también se le llama programador); el padre alienado; y el hijo alienado que es el más perjudicado. Para ahondar en sus características, HF habló con Mariarita Bertuzzi, psicóloga clínica de la Universidad La Sapienza, Italia.

¿Cuáles son las características de un padre alienador?

Hay tres formas de identificarlos: Se trata de padres que no rescatan nada positivo del otro; menos enfrente del niño, que difaman y atacan al padre no custodio frente a los hijos y que han cortado todo tipo de relación con el padre no custodio y le adjudican la responsabilidad de todo lo que pasó. Por lo general, su postura negativa es compartida por su entorno relevante (parientes, amigos).

¿Por qué lo hacen? ¿Cuáles son sus motivos?

En general, se trata de padres emocionalmente muy inestables, con estructuras de personalidad débiles, en los que la separación despierta inseguridades y activa sus miedos de abandono y soledad. De este modo, alienan a sus hijos e intentan salvarse del riesgo de perderlos atacando y destrozando la imagen del otro padre y de su entorno. Esta dinámica es prevalentemente inconsciente.

Una vez que han caído en esto, ¿cómo se les puede tratar?

Tanto para el padre alienador, como para el alienado y el hijo perjudicado, la solución está en la psicoterapia.

¿Individual o en conjunto con todos los involucrados?

Lo primero es el tratamiento individual para el hijo. Por otro lado, está la psicoterapia con el padre “programador”. Una vez avanzados estos procesos, lo ideal es un tratamiento parental en el que los progenitores logren acuerdos. En muchos casos, al padre “atacado” se le trata en forma individual.

Si un niño no es tratado en forma adecuada, ¿cuáles son las consecuencias?

Se pueden activar tres movimientos:

-   El niño empieza a dudar de la realidad porque el padre programador la altera para atacar al otro. De esta manera, pierde confianza en sí mismo.

-    Se alía e identifica totalmente con el padre programador y actúa en contra del otro por miedo a perder la protección y alimento del primero.

-    Amputa psíquicamente una parte de sí mismo, la que se identificaba con el padre alejado y atacado. Esto perjudica el desarrollo de su personalidad.

¿Es más frecuente en hombres o en mujeres?

No tiene que ver con el género. Sin embargo, dado que en muchos países la custodia viene dada por las madres, se ha observado más en mujeres.

¿Y en qué etapa del matrimonio ocurre con mayor frecuencia? ¿Por qué?

No tiene que ver tanto con la edad del matrimonio, tal vez sí con el ciclo vital en el cual se da la separación. Mientras más chico es el hijo, más probabilidades hay de que pueda ser “programado”.

¿Cómo identificar a un hijo alienado?

Se han descrito 8 manifestaciones principales del SAP que pueden variar en intensidad y relevancia, y no estar siempre todas presentes.

  1. -   La campaña de rechazo y difamación por parte del padre con custodia tiene graves efectos cuando el niño describe al otro como “una persona sin alma, mala y peligrosa”. 

  2. -   Las justificaciones aportadas por los niños para defender sus posiciones hostiles en contra del padre no custodio son irracionales, absurdas y no tienen conexión real con la experiencia verdadera.

  3. -   La falta de ambivalencia: uno de los padres es considerado totalmente bueno y el otro, totalmente malo. Esto puede ser indicador de un futuro desarrollo limítrofe en el niño.

  4. -   La inclinación automática de todo el entorno significativo del padre programador en su favor.

  5. -   La ampliación de las hostilidades, por parte del niño, a toda la familia y al entorno del padre rechazado. Por lo general, sus justificaciones son con fundamentos absurdos y distorsionados.

  6. -   El fenómeno de la “opinión propia”. Estos niños poseen (ya a los 4 años) una opinión propia, articulada y firme respecto de hechos complejos y dolorosos. 

  7. -   Ausencia de sentimientos de culpa en el niño por la crueldad manifestada hacia el progenitor distanciado, que generalmente se acompaña de exigencias económicas sin escrúpulos.

  8. -   La adopción de escenarios prestados por el progenitor con custodia para acusar el otro, frente a los cuales el niño interrogado demuestra total incoherencia e incomprensión real debido a que se trata de la repetición de un discurso escuchado con anterioridad.

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