Consideraciones sobre los criterios de vida y los
modelos familiares.
La base de la educación son los criterios de vida. Estos
se consiguen por medio de un modelo educativo permanente
y un ideario familiar-escolar y la base es el amor, la
confianza y la personalización de la educación.
La fuerza de los padres es el amor. No es cuestión de
hacer mucho sino de hacerlo adecuadamente. Es necesario
transformar el amor espontáneo, el sentimiento que
naturalmente sienten los padres, por un amor de
benevolencia que busca el bien de los hijos.
Los padres deben tener pasión por la calidad educativa
desde la concepción del hijo. Es necesario tener un
modelo educativo permanente, y el comportamiento
habitual de los padres debe ser fiel a ese modelo.
Ante todo en un ambiente de confianza y personalización. Los
padres deben tomar la iniciativa y ser fieles al ideal
en todo momento.
Mirar a los ojos, dar modelos positivos y alegres, alabar y
reconocer lo bueno del hijo, no comparar con otros,
exigir a cada uno, escuchar antes de hablar, son pautas
que crean un ambiente favorable.
En la familia debe existir un mínimo de normas para
todos, que puede centrarse en la comida, el sueño, el
orden y la higiene. Estos cuatro hábitos básicos pueden
ser el esqueleto del proyecto educativo. Para ello es
necesario reforzar los puntos fuertes de cada hijo y,
sobretodo, estar de acuerdo el padre y la madre.
Hacer cosas con el niño en vez de hacerlas por él,
ante una pregunta hacerle pensar en vez de responderle
inmediatamente, son algunas ideas que pueden orientar la
labor de los padres.
Ante una conducta no deseada, el castigo solamente enseña
acerca del uso del poder, pero no acerca de cómo y
porqué comportarse correctamente. Si algo va mal ¿qué podemos hacer para solucionarlo? Resolver problemas
juntos es dar un voto de confianza e intimidad al hijo.
Las normas de comportamiento serán útiles a los hijos
para una buena integración familiar y social, y esto se
consigue por medio de la disciplina. La disciplina es, a
la vez que un mecanismo de control de uno mismo, una
herramienta que ayuda a interiorizar valores y
proporciona seguridad emocional.
Por otro lado, la formación de la voluntad, unida a
la disciplina, requiere que los padres sepan decir que
no. El proceso educativo implica a la inteligencia y
a la voluntad. La inteligencia por medio de la
información y los buenos criterios de los que se hablaba
al principio, y la voluntad llevando al niño a hacer
aquello que, le apetezca o no, sea bueno y evitando
aquello que es malo para el mismo. Es muy gráfico el
ejemplo del estudiante de 10 años quién, a pesar de
apetecerle jugar, es capaz de ponerse a estudiar porque
sabe que es lo que debe hacer. Cuanto fracaso escolar y
universitario se evitaría educando la voluntad.
Es necesario y los hijos tienen derecho a que sus padres sean
valientes y sepan decir que no. Tomando un
modelo claro es fácil saber en que decir que
no. Todo ello en un ambiente amable, de
confianza, y sobretodo de cariño, con unos padres
sin sentimientos de culpa por negar algo al niño.
Los niños deben aprender a obedecer de manera
inteligente, sabiendo el porqué y para ello es bueno,
óptimo, buscar los talentos de los hijos. Buscar lo
bueno, siempre lo hay, y apoyarse en ello.
Descendiendo a detalles prácticos podemos subrayar como
ideas del modelo familiar las siguientes:
·
Enseñar con el ejemplo, haciendo con él/ella
·
Escuchar con interés
·
Evitar cuidados de personas que no estén de acuerdo con el
estilo familiar.
·
Buscar momentos para estar a solas con cada hijo.
·
Tener como ilusión que el hijo sea mejor que yo.
A los hijos hay que hablarles de modo sencillo,
no es cierto que las palabras se las lleva el viento
(cuidar lo que se dice), no dejar preguntas sin
contestar, procurar que los gestos y posturas se
correspondan con lo que se dice (fuera el periódico
mientras me hablan).
Tener presente que el cariño y la amistad se forjan en
lo ordinario.
Aprovechar gestos, miradas… para transmitir cariño,
aceptación, confianza.
La Excelencia que tanto se busca en las escuelas de negocios, se forja en
un hogar y una familia que lleve a cabo las ideas expuestas anteriormente. Los
problemas de la educación no están en las nubes,
son muy concretos y comienzan por los cuatro hábitos
básicos, hábitos que se pueden inculcar todos los días
sin buscar situaciones raras o forzadas: comida, sueño,
orden e higiene. A partir de aquí, a los padres se
les abre un panorama inmenso y cuando las cosas se hacen
sabiendo porqué se obtiene más eficacia.
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