Autor: Julio
Lorenzo Rego
Es imposible ser feliz si no perdonamos a los demás y a
nosotros mismos. Solo quien ama es feliz y no es posible
amar sin perdón, por lo tanto el perdón es una condición
para ser feliz
Es
evidente que la sociedad actual, y quizá la de tiempos
pasados, está endurecida. El hombre es un lobo para el
hombre. Continuamente sabemos de luchas, enfrentamientos
y guerras y parece que el ser humano no se pone de
acuerdo para la paz, el casi imposible sueño dorado.
Que
esto sucede es una evidencia, el porqué sucede es claro
pero o no se quiere reconocer o no se quiere manifestar.
Hay miedo en la respuesta, quizá porque nos interpela,
nos increpa, nos exige y llama a lo más profundo de
nuestro interior, a nuestra libertad. Hay miedo a la
libertad. Se habla de ella pero no se profundiza, no se
quiere llegar a la esencia. Si realmente somos libres
romperíamos las verdaderas
cadenas, pero muchos prefieren, por ser más cómodo y por
el miedo que les embarga, conformarse con substitutos de
libertad y además tranquilizar su conciencia “haciendo
como que” son extraordinariamente libres. Se puede
aplicar el refrán de “dime de lo que presumes y te diré
de lo que careces”.
Debido
a la actitud anterior el hombre sí es un lobo para el
hombre. Pero superando esta actitud racionalista, y dado
que el hombre es un ser orientado a la trascendencia,
analizaré uno de los eslabones fundamentales para salir
de la atadura racionalista y entrar en la dimensión que
trasciende al ser humano, la espiritual.
El
objetivo de este sencillo trabajo es constatar que el
hombre es un lobo para el
hombre solo si se reduce
el hombre a una caricatura de él
mismo.
Por el
contrario, si atendemos a la globalidad del ser humano,
a las dimensiones espiritual, racional, afectiva e
incluso instintiva, el hombre recobra lo que es, un
espíritu encarnado con capacidad para amar y ser
plenamente feliz.
Solo quien ama es feliz
y no es posible amar sin perdón, por lo tanto el perdón
es una
condición para ser
feliz.
En el
proceso hacia el desarrollo personal, hacia la
realización de un proyecto de vida
hay tres eslabones,
conocimiento de uno mismo, aceptación y superación.
La
aceptación es un paso indispensable para que la
superación sea posible. Y sin perdón a los demás y a uno
mismo no puede darse la aceptación. Es decir, sin perdón
se instaura el resentimiento y con este la evolución
queda detenida, no se produce la superación. Por ello
uno de los principales obstáculos para la felicidad es
el resentimiento.
El
resentimiento
Para
Max Scheller el resentimiento es una autointoxicación
psíquica, un envenenamiento de nuestro interior que
depende de nosotros mismos.
Unas
veces la causa viene de una acción directa contra mí,
otras veces de una omisión, al no haber recibido la
respuesta que esperaba, y también puede ser debida a las
circunstancias, como una determinada condición social,
profesional, física o de cualquier otra índole. Pero en
cualquier caso es preciso que el daño sea percibido por
el sujeto como real, aunque la percepción no obedezca
exactamente a la realidad, siendo exagerada o incluso
distorsionada.
Es una
respuesta emocional mantenida en el tiempo a una
agresión percibida como real, aunque exactamente no lo
sea. Esta respuesta consiste en un sentirse dolido y no
olvidar. Observamos que lo esencial no es la ofensa sino
la respuesta.
La
próxima semana hablaremos de una serie de actitudes
enlazadas nos ofrecen la solución al resentimiento.
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