Son conductas hasta cierto punto normales que se
presentan del año y medio hasta los cuatro años. Pero
¡ojo! Cuando son muy frecuentes y de enormes
proporciones.
Por Profesora Noelia Almanza
Las rabietas son
comportamientos tales como llantos, gritos, quejas,
patadas,…, que aparecen en los niños cuando no se
satisface alguna de sus demandas. Mediante ellas el niño
pretende dominar la situación. Aumentan cuando el
pequeño esta cansado, enfermo o hambriento.
Se pueden presentar en
cualquier momento, pero entre los 17 meses y los 4 años
afloran con mayor frecuencia.
En principio son
conductas normales, ya que el sentimiento de identidad
en esta etapa se fortalece y por lo tanto no deben ser
motivo de preocupación.
Las rabietas no se
presentan de la misma manera en todos los niños ya que
en estas influyen múltiples variables que pueden
favorecer, dificultar su desarrollo y sobretodo el
proceso de desaparición.
Ante una rabieta el
adulto debe retirar la atención, en un principio implica
que la conducta va a aumentar, pero poco a poco ira
disminuyendo.
Es conveniente
mantenerse firme, manteniendo la clama, sin enfadarse y
por supuesto sin alterarse, de tal manera que la rabieta
no tenga éxito. A través de juegos y/o cuentos debemos
explicar a los niños que hay cosas que se pueden
conseguir y otras que no y que existen multitud de
alternativas que le van a satisfacer.
Si esta forma de actuar
nos resulta inútil es pues cuando hay que aplicar un
castigo, de manera suave, como quedarse sentado hasta
que se le pase, mandarle a su habitación a descansar,
etc.
Sea cual fuere la
manera, siempre debemos mantenernos firmes, y actuar
igual, además convendría que el resto de adultos que
pasan tiempo con el niño estuvieran de acuerdo en
plantearle lo mismo.
No debemos dejarnos
llevar por los caprichos de los niños, ya que pasada
esta edad ideal muchos niños siguen teniéndolas pues
obtuvieron éxito en rabietas anteriores.
Recuerde, ante una rabieta manténgase firme, pero sobre
todo, conserve la calma.
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