La paciencia de los padres se pone a prueba ante la
obstinación, el voluntarismo y la terquedad de un niño
de dos años... ¿Ser flexibles, rígidos o indiferentes?
A los dos años los niños ya no son tan dóciles. Se
encuentran en la edad de la obstinación, de la
terquedad, del negativismo, de la independencia o del
voluntarismo. El ¡no! Está a flor de piel y la paciencia
de los padres es sometida a fuertes pruebas. Sin
embargo, es una de las etapas más fascinantes de un
hijo, porque por primera vez muestra su ¡yo! Con toda
espontaneidad. Y es que a esta edad cualquier iniciativa
puede ser usada en contra del adulto: desde la elección
de la ropa, la definición del postre hasta negarse a
bañar o comer.
Su objetivo no es organizar un complot en contra de los
padres, sino vivir el primer proceso de la independencia
psicológica. Etapa natural y necesaria en todo niño.
Toman conciencia del "yo" y surgen los primeros intentos
por separarse de quienes dependen efectivamente.
Perciben que son personas con capacidad de decisión y
que tienen los medios para lograr sus objetivos. De ahí
que ya no responden a todos los requerimientos de los
adultos.
Es en este proceso psicológico -absolutamente normal-
donde los papás deben poner a toda marcha su capacidad
de negociación y tolerancia, porque si bien es un
período desgastador, es también uno de los más
atractivos e importantes de todos: es ahora cuando el
hijo marca su personalidad. Sin embargo, la búsqueda de
esta sana autonomía trae una dosis de tensión. Para
minimizar y poder encauzar los esfuerzos en el arte de
educar, hemos intentado adentrarnos en el mundo de los
niños.
NORMAS CLARAS
Los tiempos han cambiado y los niños son más temerarios
frente a sus padres. De ahí que es básico a esta edad,
mantener, contra viento y marea, las normas claras. Los
niños concentran todos sus esfuerzos en salirse con la
suya a como dé lugar. Por ello es imprescindible rayar
la cancha y negociar en cosas de menor importancia. Si
bien cada familia está consciente de lo básico y lo
superfluo, lo importante es tener presente qué hechos
desarrollan u obstruyen la personalidad del hijo. Tan
vital como poner los límites, lo es el tener la
posibilidad de elección en algunas áreas.
Otra condición es que las normas sean consistentes: a
pesar del cansancio o la terquedad del interlocutor no
se debe ceder en lo fundamental o contradecir al
cónyuge. Esta actitud no sólo obedece a una cuestión
práctica- sino Normativa, por cuanto a esta edad los
niños toman conciencia de lo moral. Debe existir una
"política familiar" que establezca las normas de la casa
y, tanto los padres como otros adultos que estén a cargo
de los menores, deben respetarlas cabalmente. El niño no
entenderá nada, si se le dice que lo que es bueno hoy,
mañana es malo, ó viceversa. También es fundamental
marcar el tono que debe ser impuesto por los padres y
respetado por todos los habitantes del hogar,
especialmente las empleadas, que en este sentido deberán
ser eficaces colaboradoras de los progenitores.
DESOBEDIENCIAS
A pesar de las indicaciones anteriores, hay menores que
son más perseverantes en conseguir sus metas. Ellos
literalmente no obedecen y al corregirlos hacen una
pataleta. Responder con agresión física o verbal sólo
alargará el proceso, porque el menor acumulará rabia y
será más negativo. Esto se transformará en un círculo
vicioso: provocación-agresión.
De ahí que se recomiende corregir a través de medidas
inmediatas, reales y factibles. Por ejemplo: si tiró la
comida ordenarle que la recoja, si contestó mal, que
pida perdón, si está con pataleta, que se vaya a su
pieza hasta que se le pase. Nunca amenazarle con un "te
voy a matar", o si es lunes "te vas a quedar sin jugar
el sábado". El niño sabe que no es posible o cuando
llegue el momento de cumplirlo, ya se le habrá olvidado
por qué lo están castigando. Tampoco se puede pretender
que el menor entienda los argumentos, porque para él no
hay más razones que el hacer valer su voluntad. Un ¡NO!
categórico y enfático, mirando a los ojos, vale más que
mil.
La próxima semana hablaremos de cómo prevenir los
berrinches o pataletas, características típicas de esta
edad y algunas ideas para evitar la sobreprotección en
esta etapa.
Lic. Rosa Elena
Ponce V. |