A lo largo de la infancia es normal que los niños
presenten un poco de ansiedad cuando se separan de sus
seres queridos pero hay que estar pendiente ante los
signos que denotan una ansiedad excesiva.
Prof. Natalia Pascual
A lo
largo del desarrollo la mayoría de los niños
manifiestan, en mayor o menor medida, signos de ansiedad
ante la separación de personas muy significativas para
él, como los padres o cuidadores. La ansiedad por
separación no sólo se da en los humanos sino también en
otras especies. No estar junto a las personas que
proporcionan protección aumenta el riesgo de sufrir
algún daño, por tanto la ansiedad por separación
constituye un sistema de protección en los primeros
meses y años de la vida del niño, de hecho la especie
humana es una de las especies más dependientes de sus
progenitores durante los primeros meses de vida.
La
característica esencial del trastorno de ansiedad por
separación es una ansiedad excesiva ante el alejamiento
del hogar o de aquellas personas a quienes el niño está
vinculado. Para considerarse patológica, esta ansiedad,
debe darse antes de los 18 años y considerarse superior
a la esperada en niños del mismo nivel de desarrollo,
debe mantenerse durante al menos cuatro meses y provocar
malestar clínicamente significativo o un alto nivel de
inadaptación en las diferentes áreas de la vida
cotidiana del niño (social, familiar, académica...).
Entre las características básicas de este trastorno de
ansiedad de separación nos encontramos las siguientes:
·
A
nivel fisiológico, cuando ocurre la separación o el niño
la anticipa, son frecuentes las quejas físicas, tales
como náuseas, vómitos, dolores de estómago y cefaleas,
en niños mayores y adolescentes pueden observarse además
síntomas cardiovasculares, tales como palpitaciones,
sensación de desmayo y vértigo.
·
A
nivel conductual, el niño constantemente quiere saber
cual es el paradero de los adultos significativos,
manifiesta preocupación por el riesgo de que tengan
lugar accidentes o enfermedades que afecten a sus padres
o bien a él mismo y que le impidan poder volver a
reunirse con ellos, evitan ir solos a distintos sitios o
trasladarse fuera del hogar familiar, se aferran a sus
padres situándose muy cerca del padre o la madre y
siguiéndoles allí donde vayan, tienen problemas a la
hora de acostarse y dormir solos.
·
A
nivel emocional, se muestran extremadamente nostálgicos
y desasosegados y llegan a sentirse tristes cuando se
encuentran fuera de casa. Por otro lado pueden tener
pesadillas cuyo contenido exprese sus temores (la muerte
de alguno de sus padres por accidente u otra
catástrofe).
Los
niños aquejados de este trastorno cuentan con una edad
media de 9 años, con un cierto predominio de las niñas
sobre los niños. Los más pequeños tienden a experimentar
el trastorno ante la ausencia real de los padres,
mientras que los más mayores pueden experimentarlo
incluso con antelación. Por otro lado, aunque los
adolescentes afectados por este trastorno, especialmente
los varones, pueden negar la ansiedad de separación,
ésta puede reflejarse a través de una limitada actividad
independiente y la negativa a salir de casa.
Los
factores de adquisición y mantenimiento de este cuadro
clínico no están claros, existen varias hipótesis sobre
cuales pueden ser las causas de este trastorno, una de
las hipótesis se debe a los déficits de aprendizaje
(sobre todo la ausencia de una separación gradual de los
padres en el curso evolutivo, quizá por una
sobreprotección de éstos). Otras causas pueden ser las
experiencias pasadas traumáticas de separación
(divorcio, muerte de uno de los padres,
hospitalización...). Una última hipótesis es el
reforzamiento de las conductas de dependencia por parte
de los padres, que, sobre todo cuando el niño es
miedoso, contribuyen a mantener el trastorno.
Así es que mucho ojo, si alguno de nuestros hijos
presenta este tipo de comportamiento debemos analizar
las posibles causas para tomar cartas en el asunto y
tratar de corregir la situación antes de que se
convierta en un problema. Y recuerden, no hay como la
presencia y el diálogo para solucionar cualquier
situación con los hijos.
Lic. Rosa Elena
Ponce V. |