Tomado de la revista Hacer
Familia
Cada mañana, la mayoría de los padres nos
despertamos preguntándonos cómo educar a los hijos. Si
usted es uno de ellos, lea las seis propuestas de
distintos expertos norteamericanos. En esta primera
parte veremos a tres de ellos.
Saber cuándo dejar ir
“La principal labor como padres es ir
haciéndonos prescindibles. Por lo tanto, debemos animar
a nuestros hijos a hacer cosas por sí mismos; a resolver
solos sus problemas; y a creer en sus habilidades. Pese
a ello, en pro de la eficiencia, los padres tendemos a
hacer cosas que nuestros hijos podrían hacer por sí
solos; o en nuestro afán por evitarles molestias, los
“rescatamos” en vez de dejarlos aprender de sus propios
errores. Es mucho más importante enseñarles a considerar
las consecuencias de sus acciones que tratar de
protegerlos. Supongamos, por ejemplo, que un niño deja
su bicicleta en la calle. Lo más tentador es meterla uno
mismo a la casa; pero es mucho más inteligente ayudarle
a pensar en las posibles consecuencias preguntándole qué
cree que pasará si deja la bicicleta afuera. Lo más
probable es que una vez que piense en ello, decida que
lo mejor es guardar la bicicleta”.
Jane Nelsen, Ed. D.,
terapeuta familiar y autora de 12 libros de paternidad,
incluyendo la serie “Disciplina positiva”.
Tener un buen matrimonio
“Los niños se ven afectados por la
relación de sus padres de muchas maneras. Las
investigaciones han demostrado que los matrimonios que
se aman son mejores padres: tienen más paciencia y están
más atentos a las necesidades de los niños. Los
matrimonios infelices, en cambio, son más torpes para
lidiar con sus hijos, inconsistentes y a veces más duros
en la forma de educar. El tipo de matrimonio afecta las
relaciones futuras de los hijos. Cuando los niños ven
que sus padres interactúan respetuosamente, descubren
que el respeto es el primer paso para relacionarse con
los demás; cuando ven la forma en que resuelven sus
problemas, aprenden a solucionar sus conflictos; cuando
ven que se besan, se sienten acogidos y seguros”.
John Gottman, Ph.D.,
vicepresidente del Instituto de Investigaciones de
Matrimonio y Familia en Seattle.
Saber cómo decir no
“Muchos padres piensan que es duro ser
firme con los niños. No pueden fijar reglas; amenazan
pero no cumplen. Y no captan que eso trae serias
consecuencias… “No hay televisión por una semana”, dice
una madre a su hijo en la mañana, para hacer una
excepción esa misma noche. Si nosotros renunciamos a
nuestra autoridad no le estamos haciendo un favor a
nuestros hijos.
Cuando ellos son chicos, buscan reglas
claras, no elásticas. Pero cuando son adolescentes, los
que no ven a sus padres como una autoridad buscan en
otra parte un código de conducta. Generalmente lo
encuentran en la “segunda familia”: el poder colectivo
de sus padres y de la cultura pop. En ese mundo, los
niños pueden actuar de forma nociva y arriesgada.
La mejor manera de proteger a los niños
de estas influencias externas es que los padres usen su
autoridad con asertividad, consistencia y convicción,
desde que ellos son pequeños. A veces puede ser difícil
e incluso confuso: sospechamos de la excesiva severidad
al ver el escaso efecto que ésta produce en algunos
niños; y por otro lado, dudamos si mostrarnos
comprensivos por miedo a crear niños mimados e
irrespetuosos.
¿Cuál es la respuesta? Lograr un
equilibrio… Por un lado, ser empáticos y un apoyo en el
camino de su vida, y por otro, ser claros y firmes en
cuanto a ciertos códigos de comportamiento”.
Ron Taffel, Ph.D.,
terapeuta y autor de “La segunda familia: Cómo el poder
adolescente desafía a la familia americana”.
Lic. Rosa Elena
Ponce V. |