El educar en valores es un proyecto de vida que ayuda a
nuestros hijos a alcanzar la madurez.
La propia palabra “Valores” nos indica algo positivo,
algo que vale la pena. Se dan una serie de valores
(solidaridad, espíritu de equipo, laboriosidad,
fortaleza, etc.) que podemos entender como universales y
como camino de crecimiento de la persona.
Por otro lado, ser generoso, laborioso, solidario, o
como mínimo luchar realmente por serlo, se entiende como
propio de una persona madura, reflexiva. A su vez, la
adquisición y continua mejora en estos valores ayuda en
la maduración personal.
En el proceso de mejora personal, ser mas persona, ser
más feliz, entra en juego el proceso de madurez. Esta
abarca tanto el aspecto mental como el emocional y el
social.
El aspecto de la
madurez mental,
supone el desarrollo de aptitudes intelectuales
que hacen a la persona capaz de observar, analizar,
relacionar, resumir, memorizar, discernir, enjuiciar,
formar los propios criterios,...
La madurez
emocional lleva al hombre a
autoposeerse. A ser dueño de si mismo y no esclavo
de los sentimientos, los instintos, etc. En este
sentido, es cada vez mayor el número de autores (Marina,
Goleman, Bruckner, Kreeft) que reivindican, con
distintos matices lo que Goleman ha denominado
Inteligencia emocional.
Es decir, la capacidad de ser
hombres/mujeres ejerciendo lo que es propio de nuestra
especie: la racionalidad y la inteligencia y que estas
dirijan los sentimientos y los instintos.
Esto no supone el desarrollo de hombres fríos,
insensibles, etc., sino el autodominio, que no es otra
cosa que el señorío de la razón y la voluntad sobre las
apetencias, instintos y reacciones.
Unos ejemplos pueden ilustrar este punto: Trabajar o
estudiar cuando lo que hago me gusta o divierte y bajar
el ritmo o dejarlo cuando no me satisface es
manifestación de escaso autodominio, estar más pendiente
del halago que del cumplimiento del deber, etc.
Daniel Goleman habla del
analfabetismo emocional
como la base de muchos problemas sociales. Se puede
equiparar a
inmadurez emocional.
Otros autores citan dos patologías propias del
individualismo moderno: el infantilismo y la “victimización”.
Ejemplo: la de quién necesita ser alabado y animado
continuamente para sacar adelante lo propuesto, o la de
quienes no son capaces de asumir sus fracasos y
reconocer sus culpas y buscan siempre a otros como
culpables, haciéndose ellos las víctimas.
La Madurez
social
nos lleva a la preocupación por los demás, a salir de
uno mismo. Se demuestra en la ayuda al compañero que
lo necesita sin verlo como un competidor, o en ayudar en
su tarea a otro cuando se ha terminado la propia, en ser
capaz de realizar algo por los demás sin pensar en
compensaciones económicas o materiales.
La próxima semana continuaremos con el crecimiento en
madurez y la relación que tiene con los valores.
Lic. Rosa Elena
Ponce V. |