Un don que tenemos a nuestro alcance
La alegría es el don
más preciado del universo, el más autentico, el más
espontáneo, el único que se da sin esperar nada a
cambio, solo por el placer que provoca, no es egoísta ni
envidioso, no lastima sino que se contagia.
La alegría es el fruto
de un instante conectado con lo divino, es la respuesta
de la presencia de Dios en el mundo. No sólo se ve
reflejada en la sonrisa de los hombres sino que es una
manifestación del canto de la naturaleza.
La alegría tiene el
poder de sanar al enfermo, consolar al que se siente
vacío y despertar al que muere en vida; es tan deseada,
que los seres humanos, con tal de poseerla, son capaces
de pagar cualquier precio y confundirla con el placebo
que dan los vicios y se olvidan de que la auténtica
alegría está simplemente en percibir la presencia de
Dios en todas las cosas y en todos los lugares.
La alegría no necesita
explicación porque Dios no se explica a sí mismo.
No
tienes que buscarla, tú ya la conoces...
¡Nunca
dejes que se vaya de tu lado!
Lic. Rosa Elena
Ponce V. |