¿Qué ocurre en la intimidad de un matrimonio cuando se
asume que no habrá hijos biológicos?
Ana
María Gálvez de la Revista Hacer Familia
Alejandro San Francisco y Catalina García-Huidobro
tuvieron la generosidad de abrirnos su corazón. Este es
su testimonio:
“Para lo único que no estaba preparada era para no tener
hijos”, señala con sinceridad Catalina García Huidobro,
la esposa de Alejandro San Francisco. Una prueba dura
para una pareja cuyo compromiso con la vida es público y
que se casaron en 1998, después de cuatro años de
noviazgo, con la ilusión de que tendrían una familia
numerosísima. “Doce o quince niños por lo menos”, como
lo proyectaba Alejandro en una entrevista que se le hizo
cuando era presidente de la FEUC.
Son muy distintos. Él es más racional y “la Catita”,
como le dice su marido, es más corazón. Se complementan
bien, tienen una profunda comunicación y conjugan
características como la simplificación de él, que “raya
en la irresponsabilidad” según Catalina, y la pasión de
ella, que les han ayudado a enfrentar con naturalidad
una prueba que, en muchos otros matrimonios, causa
profundas heridas difíciles de sanar. En un breve viaje
a Chile que hicieron desde Inglaterra (Alejandro está
en Oxford haciendo un doctorado) tuvieron la grandeza de
compartir con nosotros su intimidad.
¿Qué pasó cuando vieron que pasaba el tiempo y no había
embarazo?
Catalina: Siempre pensé, y se lo dije a Alejandro
cuando éramos novios, que no sabía lo que me pasaría si
no pudiera tener hijos. Llegarían los hijos cuando Dios
quisiera, pero era obvio que tendríamos muchos. Soy
profesora básica y mis alumnas son lo máximo. Me comencé
a presionar muy pronto. Una amiga española me aconsejó
quedarme tranquila porque el tiempo normal para
embarazarse es de dos años. Así que nos relajamos.
Y tú Alejandro, ¿cuándo te presionaste?
Nunca. Soy súper providencialista y estoy seguro que
todo ocurre por algo. Y así como queríamos tener muchos,
pero muchos hijos, no hemos tenido ninguno. Por algo
será. Siempre digo, Dios no se equivoca. Al principio,
me preocupaba por la Catita. Tuve que pedir consejo, no
entendía por qué se angustiaba tanto, cuando creemos lo
mismo. Ella me fue explicando lo que le pasaba. También
que si bien uno está abierto a lo que pase, había que
tomar medidas para ver por qué nos estábamos demorando
en tener hijos. Fui más lento. Me cayó el veinte
después. Yo quiero ser papá y la Catita mamá, pero es
distinta la profundidad con la que uno anhela ser cada
cosa.
¿Qué hicieron cuando pasó el tiempo prudente de espera?
Catalina: Después de dos años y medio fuimos al doctor.
Una cosa importante fue elegir el médico correcto porque
no estábamos dispuestos a realizar un montón de cosas.
Alejandro: Hoy el tema es muy arbitrario. Está
establecido el derecho a tener hijos a cualquier costo.
Los extremos van, en los países desarrollados, desde
comprarlos hasta fabricar un hijo, como quien arma un
automóvil con todos los recursos disponibles. Hay que
tenerlo claro, porque abundan los consejos y los
bombardeos que llegan por los medios de comunicación.
¿Pero qué pasa cuando se cierra la puerta desde el punto
de vista biológico?
Alejandro: Yo no la he cerrado. Me ha tocado conocer
gente, incluso un amigo que llevaba diez años casado sin
tener hijos y que milagrosamente los pudo tener. Son
casos excepcionales, pero creo que uno nunca puede
cerrar las puertas del futuro, porque no se puede
predecir.
Esta es la respuesta de una pareja de fe, pero ¿qué pasa
en lo humano?
Catalina: Es cierto, somos una pareja de fe y las
probabilidades de que tengamos un hijo biológicamente
son muy, muy bajas. Cuando lo supe me dio una pena
tremenda y lloré mucho por una acumulación de cosas, por
cansancio, por tensión. Me pregunté ¿por qué a mí? Me
rebelé, me acordaba de esa frase que había dicho que
para lo único que no estaba preparada era para no tener
hijos y pensaba ¡por eso me vino este castigo! Cuesta
entender las cosas de Dios.
Alejandro: Lo fundamental es conversar mucho y tener
criterios comunes porque eso une y da mucha paz. Hay
parejas que se dejan llevar por lo que el doctor les
sugiere: uno está de acuerdo y el otro no y ahí
comienzan las crisis.
¿Y qué camino tomaron?...continuaremos
con el final de esta entrevista la próxima semana
Lic. Rosa Elena
Ponce V. |