Tomado de: Somos Padres
Es el síndrome de moda un poco por culpa de todos. Desde que nos explicaron lo que encierra la palabra
"hiperactivo", andamos todos los padres con la mosca
detrás de la oreja, y ahora, a poco que el niño se nos
ponga a correr o a darnos guerra, nos quedamos con esa
cara de circunstancias explicándole al vecino eso de que
"claro, es que mi hijo es hiperactivo".
Hay que tener cuidado con las palabras, que a veces las
carga el diablo. No hace falta ser psicólogo para haber
vivido cerca un caso como el de Alberto, un joven que
pasaba por el más prudente de los conductores. Sus
amigos, para hacerle la broma, empezaron a decir que era
"el loco del volante", y Alberto, por una curiosa
reacción humana, empezó a volverse cada vez más y más
imprudente: ahora tenía que defender el mote que le
habían puesto.
Con los niños pasa igual. Si nos ven disculparles y
explicarles diciendo esto de que son hiperactivos,
podemos a la larga convertir lo que era solo un niño
movidito de los de toda la vida, en un niño con muchas
ganas de portarse como un hiperactivo.
Porque aquí hay que dejar una cosa muy clara: un niño
hiperactivo es un niño con Trastorno por Déficit de
Atención e Hiperactividad (TDAH), un problema
psicológico que debe diagnosticar un especialista y
que conlleva medidas como la medicación para poder
combatir un comportamiento que impide al niño
enfrentarse a tareas que necesiten un mínimo de
concentración.
Los niños son unos alocados, y, por su propia energía y
ganas de hacer mil cosas, pueden darnos fácilmente la
impresión de tener problemas de concentración. Pero con
el TDAH hablamos de una limitación psicológica y física
para la concentración, no de la normal dificultad que
tiene al principio todo niño para centrarse.
En este sentido, al decirle a un niño normal y movido
que es hiperactivo, le estamos disculpando y no
facilitamos que haga el esfuerzo gracias al cual él
podría concentrarse como el que más. Pero claro,
para eso hay que evitarse la solución fácil del "es que
es hiperactivo" y ponerse a guerrear con el niño.
No
todos los “hiperactivos” son iguales
Hagamos distinciones: los niños son movidos, reactivos,
e hiperactivos.
LOS NIÑOS MOVIDOS son...¡todos!
La infancia es una raza humana aparte,
repleta de energía, de ganas de hacer cosas raras,
distintas, y sobre todo, de hacerlas a la vez, sin
mesura ni orden. Lo distintivo de estos chicos que solo
son movidos, es que su alocamiento no les impide tratar
a los demás, ordenar su cuarto, leer, comer sentado,
etc.
LOS NIÑOS REACTIVOS
son aquellos a los que un suceso en la vida les ha
disparado aún más el motor y ahora parece que no hay
manera de tenerles dos segundos quietos sobre la silla.
En estos casos hay que encontrar el detonante que
inició esa explosión, que en muchos casos está en la
llegada de un hermanito, una mudanza, o un divorcio no
bien asimilado. Trata de ver en qué momento empezó todo
y trabaja para normalizar ese hecho que al entrar en su
vida ha disparado su nivel de estrés.
LOS NIÑOS HIPERACTIVOS son una rareza, de la que ahora
hablamos mucho,
cuando la realidad estadística es que son muy pocos. Eso
sí, dan tanta guerra que es imposible no verles.
La próxima semana hablaremos de los tratamientos
adecuados para cada caso.
Lic. Rosa Elena
Ponce V. |