Tomado de: Somos Padres
Distintos casos, distintos tratamientos
Para tener más claro en qué grupo anda tu dinámico hijo,
te recomendamos observación e investigación.
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Ponte a hablar como un niño de cinco años: ser padre es ser un poco psicólogo. Tienes que descubrir lo que le
tiene preocupado, y eso no te lo va a decir
directamente, así que deberás ver las cosas que hace, y
su manera de expresarse sobre todos los asuntos para
descubrir dónde está la clave. Son buenas
herramientas los dibujos y las historias: pidiéndole
que pinte a su familia, o un día jugando todos juntos,
podrás ver cómo percibe a cada uno y si la presencia de
un hermanito o la ausencia de un familiar está haciendo
mella en él. Otra manera nos la da el hacer un poco de
teatro, interpretar papeles e ir inventando una
historia... lo habitual en estos casos es que a través
de la creatividad dirija la historia hacia las cosas que
le tienen preocupado.
·
Motiva la concertación.
Para ello, procura que tus estímulos, es decir, tus
instrucciones, sean cortas, directas, y de una en una.
Es decir, en vez de pedirle que ordene todo el
cuarto, fragmenta la actividad, y ordénale primero
que recoja sus juguetes, luego que haga la cama, después
que saque su ropa sucia, etc... cada vez que cumpla con
una de las etapas, refuérzale reconociéndole el
mérito, y poniéndole delante que “como has
demostrado que eres muy maduro, vamos a ver si ahora
puedes hacer esto otro”... es decir, dale autoestima
pero dirige esa seguridad a nuevas y asequibles metas.
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Dicen que al enemigo hay que ponerle puente de plata
cuando se retira. Igual debemos hacer nosotros. ¿Qué
demuestra tener una mucha energía? Pues nada,
apuntémosle a actividades de deporte, llevémosle al
parque. Necesita desahogarse, cansarse, y además,
movimiento que es sinónimo de salud.
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Si tu hijo es del tipo reactivo, te hará falta sobre
todo mano izquierda.
Que lo que le preocupa es el divorcio, pues estudia con
su padre cómo organizaros para que el pueda seguir
sintiéndose arropado y sin que le falta nadie. Que es la
llegada de un nuevo hermano lo que le tiene desatado,
pues ponle en la responsabilidad del hermano mayor,
haz que te ayude con los cuidados, y dale a entender que
ahora, precisamente ahora, es cuando más vas a necesitar
de su colaboración y ayuda.
Lo importante es mentalizarse de lo nocivo que puede ser
en la educación de nuestros hijos el que, por ser movido
como corresponde a su edad, empecemos a hablar de
“hiperactivo” y de algo que entraña enfermedad y
medicación, cuando todo es normal, saludable, y, las
dificultades que tiene son las propias de la edad y el
momento. Más trabajo y esfuerzo educador, y menos
etiquetas que nos distraigan. Ese es el mensaje.
Solo después de intentarlo como padres, después de comprobar
que el problema que nos planteaba nuestro hijo no se
resolvía con un poco más de esfuerzo y atención por
nuestra parte, solo entonces debemos saltar de nivel y
ponernos en manos de un especialista que dictamine si nuestro hijo debe pasar por los
complicados “ajustes” medicinales y de terapia que
requiere un chico hiperactivo. Pero mientras tanto,
deberíamos hacer todos un pacto de silencio y
responsabilidad para no sacar en vano el nombre de
una enfermedad que se merece tratarla con mucho más
cuidado del que a veces le damos.
Lic. Rosa Elena
Ponce V. |