Continuamos con la autoevaluación para educar en la
adolescencia.
3.
El último paso es
juzgar:
·
¿Alguna vez ha puesto a sus hijos en situación de tomar
postura ante un hecho o idea después de haberlo
analizado? ¿Ha fomentado que defiendan sus ideas con
argumentos?
·
¿Ayuda a sus hijos para que tomen decisiones de una
manera racional?
Enseñarlos a luchar por canalizar y “templar” sus
reacciones. Frente al
desbordamiento de la afectividad, propio
de la adolescencia se puede fomentar un cierto
autocontrol, sin pretender que nuestros hijos sean
personas frías, con un autodominio y un autocontrol
total y absoluto sobre sus reacciones. Para esto el
ejemplo que den los padres es fundamental, como siempre.
·
Cuándo ha perdido usted algo alguna vez, ¿lo ha
comentado con su hijo? Si a su hijo le ha ocurrido
también, ¿han sacado consecuencias y alguna idea
concreta para evitarlo?.
·
¿Ha comentado con su hijo alguna vez lo exagerado que se
ve una persona llevada de un exceso de afectividad (por
ejemplo histérica porque al realizar su trabajo se le
presentan contratiempos? ¿Le ha ayudado para reflexionar
sobre lo poco humano de esa situación?
·
Seguro que en más de una ocasión ha callado ante un
comentario que le haya molestado, ¿ha comentado con su
hijo que no siempre hay que ser el que dice la última
palabra? ¿Qué ante la injusticia no hay porqué,
necesariamente responder con la misma moneda?
·
¿Ha propuesto a su hijo como meta el dejar hablar a los
demás, escuchándoles y callando si no es necesario
hablar?
·
¿Ha hablado con su hijo de que el ímpetu propio de la
adolescencia no es malo en si, y que lo puede emplear
para luchar por causas justas? ¿Comenta con el qué son
causas justas?
·
¿Comenta con su hijo lo superfluo de algunos gastos, y
en este caso, se han situado en el supuesto de que no se
hiciera dicho gasto y que ocurriría? ¿Ha analizado con
su hijo qué considera gastos superfluos y gastos
necesarios? ¿Le ayuda para que no haga gastos
superfluos, y le hace ver el lado positivo y alegre de
dicha medida?
·
En resumen: ¿Ha comentado con su hijo qué supone ser
“señor de sí mismo”, dueño de sus actos?.
Enseñarles la virtud de la fortaleza. La única manera de
vivir en libertad es hacerlo con valentía,
ésta se relaciona casi siempre, con no tener miedo a
nada, sin haber ponderado los riesgos antes. Este
comportamiento sería algo irracional.
Las personas valientes no son las que arriesgan o se
tiran al vacío, sino los que soportan las adversidades y
las influencias negativas para su mejora como persona y
quienes se entregan para acometer grandes empresas o
luchan por vencer las dificultades y las influencias
negativas.
La Fortaleza es la virtud de los convencidos.
Tiene varios aspectos: resistir, aguantar y acometer.
Los enemigos de la valentía son la osadía, el temor y la
indiferencia.
·
¿Ha ayudado a su hijo a descubrir situaciones en las que
se pueda demostrar la valentía, por ejemplo: ser
sincero, decir la verdad asumiendo sus consecuencias,
saber decir no a sus amigos cuando lo que le proponen
supone estropearle como persona?
·
¿Ha comentado con su hijo aspectos de su vida que le
hagan saber que la misma tiene sentido?
·
¿Ayuda a su hijo a vencer ese cierto sentido de
victimismo que suelen experimentar los adolescentes?
·
¿Le propone ideales por los que vale la pena luchar,
aunque no reporten beneficios materiales?
Hasta aquí una serie de preguntas cuyo único fin es
ayudar a la reflexión personal. No se pretende realizar
un test y por tanto no hay puntuación. La meta es que a
algún padre le haya abierto alguna puerta para mejorar
la relación con su hij@.
Lic. Rosa Elena
Ponce V. |