Mandar es fácil. Conseguir ser obedecido, ya no tanto. Y
lo que exige un auténtico arte es conseguir que los
hijos obedezcan en un clima de libertad. Este es un
curso para preparar una adolescencia lo más llevadera y
pacífica posible espero les sea de mucha utilidad.
Tomado
de la colección "Hacer Familia”
La
autoridad se conquista mereciéndola
La
autoridad puede depender mucho del temperamento, de la
forma de ser de cada uno. No obstante, puede adquirirse,
mejorarse o perderse conforme a normas seguras que
conviene conocer.
Cuando
a un padre o a una madre, o a un profesor, no le
obedecen en condiciones normales, claro está, la falta
no está de ordinario en los chicos, sino en quien manda.
Repetir órdenes sin resultado, intervenir
constantemente, mostrar aire dubitativo o falta de
convicción y seguridad en lo que se dice, son las causas
más habituales de la pérdida de autoridad.
No ha
de confundirse autoridad con autoritarismo. La dictadura
familiar requiere poco talento, pero es mala estrategia.
Ser autoritario no otorga autoridad. Hay quien piensa
que el éxito está en que jamás le renieguen una orden.
Pero eso es confundir la sumisión absoluta de los hijos
con lo que es verdadera autoridad, no saber distinguir
entre poder y autoridad.
El poder se recibe, la autoridad hay que ganarla en buena lid: se
conquista mereciéndola.
Mandar
es fácil. Conseguir ser obedecido, ya no tanto. Y lo que
exige un auténtico arte es conseguir que los hijos
obedezcan en un clima de libertad.
En
edades tempranas era más fácil, pero con el tiempo las
cosas se van haciendo difíciles, hay una mayor
contestación, el chico se rebela con más fuerza ante lo
que no entiende. Esto llega con la adolescencia, o
antes; a veces, con motivo de la adolescencia de un
hermano mayor; y, en cualquier caso, antes que en otras
generaciones.
Si los
padres hasta entonces han abusado de la imposición, el
fracaso educativo se puede casi asegurar.
El
chico tiene ahora diez o doce años. Ya no es una
criatura que obedece "porque sí". Dentro de poco será un
hombrecito biológica y psicológicamente independiente.
Prepáralo para que pueda elegir libremente lo mejor.
No
tengas miedo a la libertad. Enséñale a pensar y a
decidir. Educar en la libertad es difícil, pero es lo
más necesario. Porque hay padres que, por afanes de
libertad, no educan; y otros que, por afanes educativos,
no respetan la libertad. Y ambos extremos son igualmente
equivocados.
Continuaremos la próxima semana, no te pierdas ninguno
de estos artículos son muy interesantes y si tus hijos
aun no son preadolescentes pero ya se aproximan te
recomiendo que los guardes están verdaderamente buenos.
Lic. Rosa Elena
Ponce V. |