Natalia Pascual
Los celos son la
causa de muchos conflictos que se manifiestan en la
infancia. Esta emoción puede llevar a un descenso de la
propia estimación. En los niños de 1 a 5 años son
frecuentes, pero puede convertirse en una emoción
exagerada cuyo predominio en la personalidad provoca
serias dificultades y pueden alterar fuertemente la
personalidad del niño.
La base de los celos
suele ser el deseo del niño de monopolizar a los padres
o cualquier persona querida. La llegada de un nuevo
hermano desata los celos, debido a la rivalidad fraterna
que se produce y una forma de evitarlo es haciéndolo
partícipe de la llegada de su hermanito, es decir, desde
antes del nacimiento decirle que van a tener un nuevo
miembro, hacerlo sentir a él importante que tiene su
lugar y que la llegada del hermanito no cambiará el
lugar que él tiene ni el cariño que los papás le tienen.
En cualquier caso de celos lo básico es darle seguridad
al niño de que es querido y aceptado.
El sentimiento de
miedo es normal cuando lo que se pretende es la
precaución, y así conservar la integridad física del
niño ante amenazas exteriores. Pero existe otro tipo de
miedo, consistente en ver un peligro donde no lo hay.
Este ya no es normal, aunque es relativamente frecuente.
Generalmente los niños tienen miedo porque se lo provoca
el ambiente, hay adultos que utilizan el recurso de la
sugestión para forzarles a un determinado comportamiento
(Ejem.: “si no dejas de llorar viene la enfermera y te
pone una inyección”). Estos síntomas se presentan más en
niños inseguros, por lo que el modo de evitarlo es
proporcionando al niño lo que le falta: seguridad.
En cuanto a las
rabietas, los niños responden a las frustraciones
con estados de mal humor, y se ha podido comprobar cómo
los niños con estallidos de cólera tienen padres o muy
represivos o muy sobreprotectores, aunque siempre habrá
diferencia entre las rabietas que tienen un origen de
frustración afectiva y las que son producto de un
pequeño problema pasajero. La postura más correcta de
los padres ante esta situación no es ni la represión ni
la cesión ante las exigencias del hijo, sino responder
con una actitud serena y cariñosa, pero firme.
La ansiedad es un
temor difuso que experimenta un niño y que no depende de
un estímulo externo concreto. Un modo de manifestarse es
la ansiedad de separación que suele presentarse con
frecuencia en los primeros momentos de la entrada del
niño en la escuela. También puede manifestarse por la
incapacidad de visitar a parientes o amigos sin la
presencia de la madre o del padre. Con frecuencia se
produce en el medio escolar, por lo que se le ha llamado
fobia a la escuela pero no es el miedo a la
escuela lo que la ocasiona, sino el temor de separarse
de su madre.
Lic. Rosa Elena
Ponce V. |