Busca siempre el momento oportuno para cada conversación
y reconoce cuando te equivoques pero no te martirices
son dos claves para mejorar tu relación.
Por:
Lic. Mª del Carmen Camacho Gil
3.- Si está el ambiente muy tenso por su parte o por la
tuya... aplaza la conversación para otro momento. Las
cosas no son ahora o nunca.
Por ejemplo: “Ahora estamos muy alterados y nos
podríamos decir cosas de las que luego nos
arrepintiéramos, por favor dejemos esta conversación
para más tarde, ¿qué tal mañana después de acostar al
niño? Seguro que mañana, más tranquilos, vemos todo este
asunto de otra manera. No tenemos que llegar a un
acuerdo de forma inmediata, tenemos tiempo”
A veces, si la alterada eres tú, puede bastar con que
controles tu impulsividad, ¿cómo? Desaparece por un rato
de la escena, vete al baño, a otra habitación, a la
calle con cualquier excusa, deja que tu adrenalina
vuelva a los niveles normales y elige qué quieres hacer,
cómo quieres actuar.
Respira profundamente y destensa tus músculos, piensa en
amor, en abundancia, en que todo tiene una salida, en el
fin positivo de las cosas (de todo se aprende, hay cosas
que llevan su tiempo, etc.). Se trata de encontrarte a
ti misma y conectarte con tus deseos, y no de reaccionar
a lo loco y a la defensiva, alejándote del fin último y
bueno de tus deseos (ser felices, amarse, ayudarse,
entenderse, resolver dificultades, permanecer unidos,
etc.)
4.- Perdónate. No te culpes si no logras estar
encantadora todo el tiempo.
La gente perfecta es repelente. Si fueras una santa
estarías en los altares y no en la sala de tu casa.
Perdónate, sé tan buena contigo misma como tú eres con
quienes más quieres. Sé tu mejor amiga y date consuelo
cuando te sientas triste o avergonzada por algo que
hayas hecho o dicho. Piensa cómo podrías haberlo hecho
mejor y qué has aprendido de esta situación. Paga una
sola vez por tus errores. No te engañes, martirizarte
por ello no te hace mejor persona, no soluciona el
problema ni es un consuelo para la persona que hemos
afectado. Es sencillamente un sufrimiento inútil.
Existe un truco para cuando metemos la pata, rebobinar.
Siempre puedes decir: “¡qué mal ha sonado eso que he
dicho! Rebobino, como si no te hubiese dicho nada ¿sí?”
Y empiezas de nuevo. También puedes decir, “creo que no
voy bien, empiezo de nuevo”, e imaginariamente pasar la
cinta hacia atrás. Vuelves a colgarte el bolso, el
abrigo, sales por la puerta y entras de nuevo como si
fuese la primera vez que lo haces (si eso fue lo que
ocurrió inmediatamente antes de meter la pata).
El sentido del humor es muy importante para quitarle
hierro al asunto, y liberar tensiones.
Discúlpate pero no te pases pidiendo perdón o
convencerás al otro de que lo que has hecho es terrible.
Un “no siempre conseguimos estar a la altura de las
circunstancias, he metido la pata lo siento”, o “aunque
mi intención era buena, no lo he sabido hacer, lo
lamento”, es suficiente.
EVITA DECIR COSAS COMO: soy un desastre, no hago más que
amargarte la vida, nunca aprenderé, no se como me
aguantas, etc., ni te beneficia a ti ni es un consuelo
para los demás.
Si metes la pata, y no sabes como sacarla, siempre
puedes hacer algo para no empeorar más las cosas, dejar
de meterla. Agacha las orejas y déjalo correr, no trates
de justificarte más. Un “quizás me he precipitado”
(reconociendo el error) y no volver a sacar el tema
puede ser suficiente. Ya se olvidará, pero desde luego
será más difícil si no dejas el tema en paz.
Continuaremos la próxima
semana
Lic. Rosa Elena
Ponce V. |