Cada
día tenemos la libertad de amargarnos o de ser felices
Colaboración: Marilú Galván
Él era un profesor
comprometido y estricto, conocido también por sus
alumnos como un hombre justo y comprensivo.
Al terminar la clase de
fin de año, mientras organizaba unos documentos encima
de su escritorio, se le acercó uno de sus alumnos y en
forma desafiante le dijo:
-Profesor, lo que me
alegra de haber terminado la clase, es que no tendré que
escuchar más sus tonterías y podré descansar de ver su
cara aburrida.
El alumno estaba
erguido, con semblante arrogante, en espera de que el
maestro reaccionara ofendido y descontrolado.
El profesor miró al
alumno por un instante y en forma muy tranquila le
preguntó:
-¿Cuando alguien te
ofrece algo que no quieres, ¿lo recibes?.
El alumno quedó
desconcertado por la calidez de la respuesta.
Por
supuesto que no -
contestó
de nuevo, en tono despectivo, el muchacho.
-Bueno
–prosiguió el profesor- cuando alguien intenta
ofenderme o me dice algo desagradable, me está
ofreciendo “algo”. En tu caso, es una emoción de rabia y
rencor, que puedo decidir NO aceptar.
-No
entiendo a qué se refiere.
-dijo el alumno confundido.
Muy
sencillo.
-replicó el profesor - tú me estás ofreciendo rabia y
desprecio y si yo me siento ofendido o me pongo furioso,
estaré aceptando tu regalo.
Y yo,
mi amigo, en verdad, prefiero obsequiarme mi propia
serenidad.
-¡Muchacho!
-concluyó el profesor en tono gentil- la vida nos da
la
LIBERTAD de amargarnos o de ser felices.
Tu rabia pasará, pero no trates de dejarla conmigo,
porque no me interesa. Yo no puedo controlar lo que tú
llevas en tu corazón, pero de mí depende lo que yo cargo
en el mío.
Cada día, en todo momento, tú puedes escoger qué
emociones o sentimientos quieres poner dentro de tí, y
lo que elijas, lo tendrás hasta que decidas cambiarlo,
porque es tan grande la LIBERTAD que nos da la
vida...que hasta tenemos la opción de amargarnos o de
ser felices”.
Lic. Rosa Elena
Ponce V. |