"El Rey del Aborto" defiende ahora el
derecho a la vida del feto.
Extracto de la conferencia pronunciada por Bernard
Nathanson en Canberra (Australia) en febrero de 1981
Los avances científicos me abrieron los ojos
Renuncié al cargo de director del "Centro de Salud
Sexual y
la Reproducción" a fines de 1972, no porque estuviera
desilusionado del aborto o porque tuviera serias dudas,
sino porque tenía demasiados compromisos, estaba minando
mis fuerzas y me sentía cansado. Cuatro meses después me
pidieron que organizara y dirigiese el servicio de
embriología y perinatología en el hospital St. Luke’s,
uno de los más importantes de Nueva York, perteneciente
a
la Universidad de Columbia. Esta unidad engloba las
disciplinas médicas que estudian el ciclo de vida, los
hábitos, la psicología, la sensibilidad y la fisiología
del feto.
Esta nueva rama de
la Medicina ha sido posible gracias a los logros de ciertas
tecnologías, como el ultrasonido, la inmunoquímica, el
marcador de corazón de feto y otras técnicas muy
complejas. Allí tuve ocasión de entrar en contacto con
estos avances que han venido a arrojar luz sobre el
oscuro campo de la vida del feto.
Desde que comprobé con absoluta claridad, gracias a
nuevas técnicas, que el feto respira, que duerme con
unos ciclos de sueño perfectamente definidos, que es
sensible a los sonidos se ha comprobado que reacciona de
distinta manera ante diferentes tipos de música, al
dolor y a cualesquiera otros estímulos que ustedes y yo
podemos percibir, me resultó insoslayable que el feto es
uno de nosotros, de nuestra comunidad, que es una vida:
una vida que debe ser protegida.
Incluso mujeres que están decididamente en pro del
aborto, cuando están embarazadas y se someten a pruebas
tales como un ultrasonido, saldrán impresionadas. Es
tremenda la sacudida que se recibe al ver al feto tan
cerca, en el monitor, moviéndose, respirando, chupándose
el dedo o rascándose la nariz ya a los dos meses y medio
o tres de vida.
Es una revelación conmovedora, y estoy convencido de que
pasar por esta experiencia se convertirá en el argumento
más poderoso para detener la matanza. La falsedad de los
lemas abortistas ¿Qué queda, pues, de los slogans
abortistas? Tomemos ése de la "Libertad de elección".
Todos estamos a favor de la elección. Siempre y cuando,
claro está, que la elección sea una elección ética. Si
una de las alternativas no es éticamente aceptable, la
elección no soporta el escrutinio: de hecho, no es una
elección, y por tanto, la "libertad de elección" es lema
vacío. Supongamos que estoy en quiebra: puedo elegir
entre trabajar para pagar dinero, o robar un banco, o
asaltarle a usted para quitarle la cartera; pero las dos
últimas no son elecciones éticas.
El del "derecho al dominio del propio cuerpo" es
otro lema de gran atractivo. Hoy gracias a la
inmunología, se sabe con absoluta certeza que el feto no
es una gran parte del cuerpo de la madre. Los glóbulos
blancos de la sangre son capaces de reconocer cualquier
cuerpo extraño al organismo y de poner en marcha los
mecanismos de defensa para destruirlo. Cuando el feto se
implanta en la pared del útero, el sistema inmunológico
materno reacciona para expulsar al intruso, pero,
naturalmente, el feto está dotado de un delicado método
de defensa ante esta reacción. En algunos casos la
defensa no es tan eficaz como debiera, y el feto es
expulsado y se malogra. Esto muestra que el feto no es
una parte del cuerpo de la madre. Simplemente está ahí
como huésped de paso y ella no puede disponer sobre él.
"No soy un hombre religioso"
No soy un hombre religioso; de hecho no he estado en un
templo desde los trece años. Pero si quiero decirles que
hemos de detener ese proceso ineficaz y destructivo,
cuyo resultado es una mayor disolución de la familia.
Debemos reafirmar el amor entre nosotros, especialmente
para el ser más pequeño e indefenso. Ahora veo el aborto
como un mal, indefendible éticamente, a la luz de
nuestros actuales conocimientos sobe el niño aún no
nacido.
Dr. Bernard Nathanson
Lic. Rosa Elena
Ponce V. |