¿Qué decirle a un niño que corrige a la abuelita, echa
“de cabeza” a los papás o cuenta más de lo debido acerca
de la vida familiar?
Victoria Dannemann
“Abuelita, se come con la boca cerrada”
Los niños son expertos en corregir. Así están
demostrando que aprendieron y que acatan las normas de
educación. Sin embargo, por “lucirse” a veces faltan a
la caridad o al respeto a personas con alguna
discapacidad o enfermedad.
Qué hacer:
Sin alterarse, hay que confirmar que está en lo cierto,
pero que a la abuelita le cuesta hacerlo como es debido
y después se le va a explicar.
Orientar:
Hay personas mayores o enfermas a quienes les cuesta
hacer las cosas y no está bien que las corrijan. Ante el
caso de una persona sana que se comporta mal por mala
educación hay que explicarle al niño que no le
corresponde a él corregir, porque no tiene la edad ni la
confianza necesaria para hacerlo.
“Ya tengo este regalo”
El nerviosismo, ansiedad y emoción del momento se
apoderan del cumpleañero. Aparecen los “ya lo tengo”,
“no es lo que yo quería”, o “a mí me gustaba el rosa”...
Qué hacer:
Esta falta de educación no se puede dejar pasar. Lo
primero es hacer que dé las gracias. Además, se le puede
decir que de todas maneras siempre es una alegría
recibir un regalo: “Ahora tienes dos y lo puedes
compartir con tus hermanos”.
Orientar:
En una conversación posterior se le hace ver que no
estuvo bien que le dijera eso a la persona que le daba
el regalo. Siempre hay que ser agradecido y tratar de
no ofender a los demás, menos a quienes nos quieren y se
preocupan de traernos un regalo. “Ante la sinceridad,
debemos privilegiar la buena educación y los modales”,
explica la educadora Macarena Urrutia.
“¡Hueles feo!”
Con la misma sinceridad son capaces de decirle a una
persona que su nariz es muy grande, que no les gusta el
peinado o que huele mal.
Qué hacer:
Párelo en seco, dígale que eso no se dice, y que después
lo van a platicar. Luego, cambie de tema por respeto al
aludido.
Orientar:
El niño tiene que aprender que no todos tenemos los
mismo gustos y atributos. Muchas veces el olor es
causado por un perfume más fuerte que lo normal. Si
viene de la falta de higiene hay que explicarle al niño
que por supuesto que no está bien andar desaseado, pero
tal vez existe una razón que no conocemos. Por eso no es
bueno comentar las características personales de otros.
“Mi papá se mete el dedo en la nariz”
Las intimidades familiares salen a luz con frecuencia:
peleas, enfermedades, faltas de educación, etc. La
profesora Macarena Urrutia señala que es algo normal que
esta edad los niños compartan estos temas con sus amigos
y con otros adultos. “Uno le ha dicho en la casa que es
algo que no se hace, pero como “pescaron” al papá,
entonces van y lo cuentan como si nada”.
Qué hacer en el momento:
El primer consejo es no alterarse. Hay que mantener la
calma y no darle mayor importancia. Incluso el
comentario puede provocar risa. Antes de cambiar el
tema, se le dice al niño que no es un comentario que se
deba decir en público. Con mayor razón, si relata una
intimidad mayor.
Orientar:
Es bueno que el niño vea que hay una coherencia entre
cómo lo educan y cómo se comportan los papás. Por esto,
hay que mostrarle que también los adultos a veces se
equivocan. No está bien que el papá se meta el dedo en
la nariz, pero no tiene por qué saberlo otra gente.
“¡Mira a ese gordote!”
Es común que a esta edad se queden pegados mirando a un
niño enfermo o indiquen con el dedo a un obeso...
Qué hacer:
Con tranquilidad y sin nerviosismo, hay que bajarle la
mano en el momento, pedirle que no señale y que no siga
con el comentario.
Orientar:
Todas las personas somos diferentes. Algunos nacieron
con una enfermedad o tuvieron un accidente, y sufren con
esto. Si los indican con el dedo sufren mucho más. Por
dentro somos iguales y merecemos respeto. Si es alguien
cercano, compañero de curso o familiar, hay que
integrarlo, y si es un desconocido, evitarle el
sufrimiento.
¿INDISCRECIÓN?
Entre los 5 y los 7 años comienza a formarse la
conciencia moral. Los padres son los primeros encargados
de formar, por una parte con sus enseñanzas, pero sobre
todo, con su ejemplo. Los niños que vean que sus papás
son prudentes en sus comentarios, respetuosos con
quienes les sirven o los ayudan, no discriminan y son
caritativos en su trato con los demás, seguirán el
modelo.
Cuando un niño de 5 ó 6 años corrige a los adultos o
cuenta intimidades familiares generalmente es una
indiscreción o metida de pata involuntaria. Pero ya a
los 7 y 8 muchas veces es consciente: por llamar la
atención, hacerse el “gracioso” o simplemente ser pesado
dicen más de la cuenta. Por eso, nunca hay que dejarlos
pasar, sobre todo cuando se trate de comentarios
hirientes o mal intencionados.
Lic. Rosa Elena
Ponce V. |