El proceso de maduración de la persona se produce de
manera escalonada, los valores no se adquieren todos a
la vez.
La
adquisición de los valores se produce poco a poco, en
función de factores tales como la edad, la motivación,
la familia, etc. Es cierto que los valores están
intrínsecamente conectados. En este sentido resulta
difícil interiorizar la solidaridad si no se vive la
generosidad en el día a día, no se puede ser laborioso
sin vivir la fortaleza, etc.
Con
el fin de facilitar la labor de los padres a
continuación, se expone qué valores son los que se
desarrollan en las distintas edades. De esta manera se
gana en efectividad, porque sin olvidar el conjunto es
más fácil centrarse en aquello que el niño o el joven,
ya sea por su edad o su momento psicológico, está en
disposición de desarrollar.
Hasta los 7 años
la educación en valores debe centrarse en el orden, la
obediencia y la sinceridad.
Son
estos tres valores la base de la educación. A partir de
ellos crecerán los demás y serán la base de una vida
feliz y equilibrada.
La
manera básica de vivir valores en esta edad es por medio
de hábitos, es decir, de la repetición de actos
operativos concretos de orden, obediencia y sinceridad.
En
un ambiente familiar de alegría, tranquilidad, confianza
y cariño se debe exigir a los niños que recojan los
juguetes que han utilizado, habrá que facilitarles la
labor proveyéndoles de cajas de colores, estanterías a
su altura, etc. Será bueno también explicarles él porqué
del orden
con el fin de que no sean maniáticos del orden por el
orden y que vean las ventajas de ser ordenados. Con
visión del futuro, a nadie se le escapa la importancia
del orden en un trabajo profesional eficaz.
Con
respecto a la
obediencia, la lucha se centrará en que
los niños obedezcan a la primera, sin necesidad de
gritos o repeticiones de la orden dada. Para ello,
entre otras cosas habrá que asegurarse de que el niño ha
entendido bien lo que se le ha dicho y sabe hacerlo.
Llevado al terreno profesional, es incuestionable que
todo trabajo implica disciplina, respeto a las normas,
horarios, obediencia a los jefes jerárquicos….Empezar a
inculcar a los hijos desde pequeños esta virtud,
equivale a formar buenos profesionales para el futuro.
La
sinceridad
será exigible sin olvidar que los niños también tienen
mucha imaginación y que las invenciones no constituyen
mentira si detrás no hay intención de ocultar algo.
En
relación con el trabajo profesional, la sinceridad con
uno mismo lleva a reconocer los fallos con el fin de
corregir y mejorar.
A
titulo de ejemplo, se sugieren algunas pautas educativas
en esta edad:
·
La
alabanza, la alegría son herramientas de apoyo para que
el niño disfrute haciendo el bien.
·
El
ejemplo de los padres es fundamental, ¿cómo será posible
exigir al niño sinceridad si en casa se miente, o exigir
en orden si el padre tiene su mesa desordenada de manera
continua? Los hijos valoran que sus padres luchen por
ser mejores, y no que sean perfectos.
·
Por
último es importante reseñar que la trilogía
valor-lucha-felicidad debe ser conocida por los niños,
así como que los valientes son los sinceros y
obedientes, no quienes mienten o desobedecen.
Continuaremos mañana
con los valores que deben inculcarse con los hijos
mayores.
Lic. Rosa Elena
Ponce V. |