Entre los 8 y los 12 años.
El
abanico de posibilidades se abre: fortaleza,
perseverancia, laboriosidad, responsabilidad, paciencia,
sociabilidad. Como se puede ver, todas ellas
relacionadas con la principal actividad del niño, con su
profesión: estudiar.
La
educación de la fortaleza, perseverancia, laboriosidad,
sociabilidad, etc. son básicas en la
eficacia profesional.
Los niños educados en estos valores serán, con más
probabilidades que quienes no lo hayan sido, adultos
responsables y sabrán triunfar o en su caso asumir los
fracasos.
Es
fundamental que se palpe en el ambiente familiar un afán
de mejora. Como ya se ha dicho el proceso de mejora
personal no acaba nunca y el mejor ejemplo para un hijo
es ver a sus padres luchando por intentar ser mejores,
en el hogar, en el trabajo, con los amigos, en la
diversión, en el tiempo libre, en la comunidad de
vecinos, en el barrio.
Compartir esta lucha con los hijos será una fuente de
unión familiar y los padres estarán en mejor disposición
de ayudar, ya que podrán utilizar un arma infalible: el
prestigio personal.
La
fortaleza
supone acabar un trabajo comenzado y no dejarse rendir
por la apetencia o el cansancio: no quejarse, creando
mal ambiente entre los compañeros de trabajo y bajando
el rendimiento; cosas tan sencillas- y difíciles- como
mantener un horario de estudio (perseverancia), resistir
los inconvenientes (calor, cansancio) sin quejarse
excesivamente, o resistir el atractivo de ver un
programa de TV en vez de estudiar. Estos pequeños
vencimientos son indispensables para un desarrollo
equilibrado de la personalidad. Las primeras piedras se
ponen a través de hábitos buenos.
La
sociabilidad
supone abrirse a los demás, haciendo amigos en el
trabajo, fomentando un ambiente alegre y optimista que
ayuda a las personas a ser mejores y más alegres.
La
laboriosidad
se puede concretar en realizar con
empeño y alegría los deberes escolares.
En la
adolescencia, de
13 a
17 años:
El adolescente aprecia en alto grado la amistad y el
cortejo de valores a ella asociados: lealtad, respeto,
comprensión, confianza, ayuda.
¿No es
una meta ambiciosa apropiada al idealismo juvenil,
proponerles el reto de humanizar la sociedad y el mundo
del trabajo con retos, impregnándolos de estos valores?.
¿Y el de reconstruir el auténtico significado del amor,
con toda su grandeza y exigencia?
Lealtad
al superior (evitando criticas destructivas),
comprensión, (perdonando los fallos de los demás y
ayudándoles a mejorar), respeto (a otras ideas y modos
de ver las cosas, a otras opiniones…). Señorío de la
inteligencia y la voluntad sobre los instintos que
permita orientar la sexualidad del amor y a la vida.Es
claro que las relaciones sociales mejorarían mucho si se
fuera capaz de inculcar y vivir estos valores.
La
rebeldía, connatural de los adolescentes juega en este
caso a favor de su mejoramiento personal. ¿Porqué no
aprovechar esta rebeldía para rebelarse contra la
comodidad, él ir tirando, el egoísmo, la intolerancia?
Será necesario ayudar a los adolescentes a concretar
esos deseos de rebeldía en actuaciones diarias concretas
para que no queden en meras utopías.
En
estas edades de poco servirá que se vivan los valores
por imposición, ya es tiempo de que los hagan suyos y
actúen así porque los van interiorizando. La propia
naturaleza humana que busca la verdad y el bien,
encuentra en esta lucha vital por los valores el camino
de la ansiada felicidad, y esto es algo que debe ser
motivo de diálogo con los hijos.
No debe
darse por supuesto que los hijos conocen el camino de la
felicidad, que saben que lo material no llena el corazón
humano. Esto deberá ser motivo de conversaciones,
evitando caer en espiritualismos e ideas utópicas, sino
transmitiendo el atractivo de un proyecto de vida que
integre los tres ámbitos de la felicidad (amor, trabajo
y cultura).
OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN EN VALORES
1.
Conocer
que significa el proceso de educación.
2.
Relacionar valores y felicidad.
3.
Conocer
los valores según las edades con el fin de optimizar y
aprovechar al máximo el esfuerzo.
4.
Ayudar
a los hijos a conocer su vocación profesional y buscar
su profesión de acuerdo con valores que les permitan ser
felices (entrega a los demás, participación en la mejora
de la sociedad...) y no únicamente en función de
criterios de éxito y dinero.
Lic. Rosa Elena
Ponce V. |