“Si no me dejas ver la tele después de cenar no te dejo
jugar más conmigo”. Miras a tu hijo y te parece estar
viendo a un ganster de los años 30 en miniatura.
Acabas de descubrir una nueva forma de actuar de tu
hijo: intenta conseguir lo que quiere por medio del
chantaje.
Esta
es una fase por la que pasan todos los niños entre los
cinco y siete años y responde a una necesidad muy
simple: él quiere salirse con la suya y un día averigua
que es la forma más sencilla de hacerlo. Ante todo
piensa dos cosas: que ellos nunca lo hacen con la
verdadera intención de hacerte daño, pero que como
consigan las cosas por este medio estáis perdidos. El
ejemplo con el que hemos comenzado este artículo puede
parecer hasta gracioso, pero los niños son sicólogos
innatos y pueden llegar a decir cosas que te preocupen
realmente: “papá y tú no me queréis”, o peor “queréis
más a Lucía que a mi”, “no me escuchas cuando te hablo”
y un sinfín de alegatos que te harán dudar de tu
capacidad como madre o padre.
Lo
primero que tienes que hacer si tu hijo te dice
una cosa así es plantearte si realmente tiene razón o
no, en ocasiones, sin darnos cuenta, pedimos más a
los hermanos mayores que a los pequeños porque es más
fácil que ceda un niño de cinco años que uno de tres.
También ocurre, todos lo sabemos, que al final del día
uno llega muy cansado a la hora de acostarles y no
resultamos buenos “escuchadores”. Si piensas que el niño
tiene parte de razón intenta modificar tu conducta y no
te sientas culpable, un padre es un ser humano. Pero
aclarado esto, la mayoría de los niños utilizan
gratuitamente tres métodos de chantaje emocional:
Se siente víctima:
“siempre me regañas”, “nunca me dejas hacer nada”, “
siempre tengo que dejar yo mis juguetes”. Ya está. Lo ha
conseguido. Te sientes fatal y accedes a su petición.
Cuando esto ocurra piensa una cosa: el niño ve las cosas
sólo desde su punto de vista, no puede analizar la
situación real. Explícale el porqué de tu forma de
actuar y no cedas, de otra forma, puede hacer de esto
una mala costumbre con la que siempre se auto
justificará echando las culpas a los demás de sus
fracasos.
Te hace víctima:
“ no te quiero”, “prefiero estar con mi cuidadora que
contigo”, y otra serie de puñaladas al corazón que te
dejarán sin respiración. No le des la más mínima
importancia, ellos no saben en profundidad lo que
quieren decir estas palabras, no pongas cara de angustia
y dile siempre lo contrario: “pues yo te quiero más que
a nada en el mundo” pero sin dejar que se salga con la
suya.
Monta el número:
una situación que todos los padres hemos pasado es estar
en un gran almacén con nuestro hijo tirado en el suelo
retorciéndose como una lagartija sin rabo y dando gritos
de Caruso. Bueno, el pequeño gángster hace mucho que ha
descubierto que en público cedes antes de que te la
monte. Mantente firme y observa con atención un artículo
cercano como si no lo oyeses, si alguien que pase te
mira mal, es que no es padre.
Por
último, sólo avisar de que todos hemos caído en la misma
trampa: hacer nosotros el chantaje emocional. Esto no
solo es contraproducente, también cruel. Un niño piensa
que lo que dice un adulto siempre es verdad, y puede
pensar realmente “que le vas a dejar solito si no se
calla” o “que ya no le quieres tanto”. Además tu hijo
aprende e imita lo que tú haces. Imagínate el círculo
vicioso que iniciarías.
Cuidado con la manera en que nosotros tratamos de hacer
que nuestros hijos nos obedezcan o conseguir que hagan
lo que nosotros queremos. Así es que ¡mucho cuidado con
el chantaje!
Lic. Rosa Elena
Ponce V. |