Tomado de Somos Padres
“Mi hijo no come nada”.
Rotunda afirmación de miles de madres que viven
el momento de dar de comer a sus hijos como un
auténtico tormento. La verdad es que este es un
“problema” que crea verdadera angustia a los sufridos
progenitores, primero porque realmente piensan que los
niños no están tomando los nutrientes que
necesitan para estar sanos, y segundo, porque vivir cada
día una representación de la guerra de Troya en la mesa
es agotador.
La gran
mayoría de los mal comedores son sólo eso, niños que
no comen mucho pero sí algo. Y lo más probable es
que el organismo de ese niño no necesite más, siempre y
cuando lo que coman sea equilibrado y cumpla la
pirámide nutricional. De cualquier forma este es uno
de esos problemas que debes consultar SIEMPRE con tu
pediatra y confiar en lo que él te diga. Ya puestos en
el caso de que el niño esté perfectamente sano,
repetimos, confirmado por el pediatra, hay una serie de
actitudes que quizá sin darte cuenta estés manteniendo y
que no os benefician a ninguno de los dos. Hablemos de
las criaturitas y la mesa.
“¿Quieres repetir macarrones, cariño?” Una creencia
que se ha trasmitido de generación en generación es que
cuanto más come un niño más sano está. Nada más
alejado de la verdad. Cada niño y su correspondiente
organismo es un universo aparte y sus necesidades
cambian de uno a otro. Es como si pretendieses que tu
hijo corra igual de deprisa que el hijo de una amiga
tuya. Hacer comer a un niño por encima de sus
posibilidades solo le creará un sentimiento de
rechazo a la hora de sentarse a la mesa iniciando un
círculo vicioso que hará que cada vez que el niño tenga
que enfrentarse a un plato se ponga a la defensiva.
“Pero si lo hago por tú bien”.
Si tu deseo es que el momento de comer no sólo no sea
problemático si no que además sea feliz está en
tu mano conseguirlo. Tienes que darle un voto de
confianza, respetarle y que él lo perciba así. Si el
niño dice basta, no quiero más, no te empeñes en que se
tome la última cucharada, menos aún que se termine el
plato. Imagínate que a ti te obligasen a comer
más de lo que quieres en ese momento, lo más probable es
que en mucho tiempo no quisieses probar esa comida.
“Mira el avión del cielo” No le engañes,
no es buena idea hacer que se coma un plato
distrayéndole con la televisión, ni con una cucharada de
yogur entre otra cucharada de puré, ni corriendo detrás
de él por toda la casa. No sólo estás introduciendo en
su cuerpo más alimento del que en ese momento necesita,
además no estás avanzando para conseguir tu meta: que
el niño coma mañana sin problemas.
“¡Pero por qué lloras!” Si los nervios te ganan,
es mejor que le dé de comer otra persona. Si tu hijo te
ve estresada percibirá el momento de comer como algo
negativo, se pondrá nervioso y llegarán las
temidas rabietas y negativas en redondo. Si el niño dice
“ya no quiero más” retírale el plato sin aspavientos
y por supuesto sin ofrecerle otra comida que sabes le
gusta más. Esto no quiere decir que le tengas que
obligar a comer algo que realmente no le agrada, ellos,
como tú, tienen su propio paladar y hay sabores que les
disgustan. Si sabes que las espinacas le ponen enfermo
no las prepares, intenta sustituirlas por otra verdura.
Y si no hay manera de que coma verdura entera, dásela en
purés, introdúcela en salsas de carne o sustitúyela
por fruta durante un tiempo. Ya le llegará el
momento de disfrutar con una legumbre, pero desde luego
no será porque le hayas obligado a comerla.
“Te
están viendo los Reyes Magos, cariño”.
La
comida no es un medio para lograr otras cosas. La comida
es una necesidad, no un premio o un castigo. Si
tu hijo se toma algo que no le apetece porque sabe que
luego hay o no hay recompensa, estará estableciendo
los valores de la nutrición en creencias
equivocadas. Esto puede llevarle a tener problemas en un
futuro con su alimentación, tanto por defecto como por
exceso.
Míral@, ¿está tu hij@ contento?,
¿salta, corre, juega?, no come mucho pero se comporta
como un niño feliz y sano, ¿de verdad crees que
terminarse un enorme plato le va a hacer sentirse mejor?
Ya comerá más tarde, cuando su cuerpecillo diga que lo
necesita.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |