Dr.
James C. Dobson,
La
semana pasada, en la primer parte de este artículo, el
autor nos comentaba que ante la inminente separación de
una pareja el cónyuge rechazado muchas veces recurre al
llanto, desesperación y súplica de que no se aleje al
cónyuge frío, y ese comportamiento llega a tal punto que
éste último se siente enjaulado, atrapado, empeorando
más la situación pues se pierde el respeto tanto por uno
mismo como por el otro. El entonces recomendaba “abrir
la jaula”, es decir, si rogar y suplicar son métodos
ineficaces para atraer al otro, lo que debieran es darle
a entender su propia versión del siguiente mensaje,
cuando se presente la ocasión apropiada:
““Fulanito”, he atravesado momentos muy difíciles desde que decidiste
dejarme, como ya lo sabes. Mi amor por ti es tan
profundo que sencillamente no podía enfrentar la
posibilidad de una vida sin ti. Para una persona como
yo, que esperaba casarse una sola vez y permanecer en
ese matrimonio por toda la vida, es un golpe muy severo
ver que nuestra relación se desintegra. Sin embargo, he
hecho un examen profundo de mí misma, y ahora me doy
cuenta de que he estado tratando de retenerte contra tu
voluntad. Eso simplemente no puede hacerse. Al
reflexionar en nuestros días de enamorados, y en los
primeros años juntos, recuerdo que te casaste conmigo
por decisión libre y propia tuya. No te retorcí el
brazo ni te soborné. Fue una decisión que tomaste sin
ninguna presión de parte mía. Ahora tú dices que
quieres librarte de este matrimonio y, obviamente, tengo
que dejarte ir. Estoy consciente de que no puedo
obligarte ahora a que te quedes conmigo más de lo que
podía haberte obligado a que te casaras conmigo. Eres
libre de marcharte. Si nunca me vuelves a llamar,
aceptaré tu decisión. Admito que toda esta experiencia
ha sido muy dolorosa, pero saldré adelante. .”
Lentamente, casi sin poder creerlo, el cónyuge enjaulado
observa que la puerta de la jaula comienza a vibrar un
poco, y luego comienza a abrirse. No puede creerlo.
Ahora lo deja libre esa persona a la cual se sentía
encadenado de manos y pies por años. Ya no es necesario
batallar para librarse de sus insinuaciones que lo
encadenan.
"Pero debe haber gato encerrado --piensa--. Es demasiado bueno para ser
verdad. Las palabras salen fácilmente. Eso es nada más
que otro truco para retenerme. En una o dos semanas
volverá a llamar por teléfono llorando y suplicándome
que vuelva a casa. Ella es débil, y se doblegará otra
vez por las presiones."
Es mi
recomendación, que el cónyuge rechazado le demuestre a
su cónyuge que está completamente equivocado en tal
conclusión. Déjelo que se rompa la cabeza por unas
cuantas semanas preguntándose como le irá a usted. Sólo
el transcurso del tiempo le convencerá de que usted
hablaba en serio, de que él realmente es libre. El
puede hasta tratar de someter a prueba su decisión
durante este tiempo mediante gran hostilidad e insultos,
y flirteando con otras personas. Pero una cosa es
cierta: estará vigilando en busca de señales de
fortaleza o debilidad. Los vestigios del respeto penden
de un hilo.
Si el
cónyuge más vulnerable pasa la prueba inicial y
convence al otro de que la libertad es segura,
comenzarán a ocurrir algunos cambios muy interesantes en
su relación. Cada situación es única, y estoy
simplemente describiendo reacciones típicas; pero
estos sucesos son extremadamente frecuentes en las
familias que hemos observado. La mayoría de las
excepciones representan variaciones del mismo tema.
Tres consecuencias distintas pueden esperarse cuando una
persona que anteriormente era "posesiva" deja libre al
cónyuge frío:
1.
El
cónyuge atrapado ya no siente que sea necesario luchar
contra el otro, y su relación mejorará. No es que el
amor haya renacido, necesariamente, pero la tensión
entre los dos cónyuges a menudo se reduce.
2.
A
medida que el cónyuge frío comienza a sentirse libre
otra vez, la pregunta que se había estado haciendo
cambia. Después de haberse estado preguntando por
semanas o meses: "¿Cómo puedo zafarme de esta cadena?",
comienza a preguntarse: "¿Quiero realmente zafarme?" El
hecho de saber que puede salirse con la suya a menudo le
quita el incentivo de querer realizarlo. Algunas veces
le hace darse una vuelta de 180º, y le trae de regreso
al hogar.
3.
El
tercer cambio ocurre, no en la mente del cónyuge frío,
sino en la mente del cónyuge vulnerable.
Increíblemente, se siente mejor, como que de alguna
manera tiene la situación bajo control. No hay mayor
sufrimiento que atravesar un valle de lágrimas,
esperando en vano que el teléfono suene, o que ocurra un
milagro. En lugar de eso, la persona comienza a
recobrar el respeto de sí misma, y a recibir a cambio
pequeñas pruebas de respeto. Aun cuando es difícil
dejar en libertad de una vez por todas, hay amplias
recompensas al hacerlo. Una de las ventajas incluye el
hecho de sentir que uno tiene un plan, un programa, un
curso definido de acción, para seguir. Eso es
infinitamente más atractivo que el experimentar la
profunda desesperación e impotencia que sentía
anteriormente. Poco a poco comienza el proceso de
sanar.
Hay
ocasiones en que es imposible retener al cónyuge, no hay
ninguna culpa al aceptar algo que está fuera del control
de uno. Así, la aceptación de lo inevitable trae como
consecuencia la paz interior tan necesaria para tomar
las decisiones más acertadas para la salud de uno mismo.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |