¿Estás esperando a tu primer bebé? Esto te ayudará
Autor: Ramón Muñiz Abad
Si te resulta complicado mantener a tu bebé, tranquilo,
ya sabes que no hay mal que dure cien años.
A partir de los tres años todo será más fácil, porque
normalmente el pequeño ya conoce el vocabulario
suficiente como para estar a nuestro lado con ese millón
de preguntas del tipo “y por qué esto, y por qué le
otro..., y por qué aquello...”. La educación entonces se
basará en una paciencia infinita para ir respondiendo a
las preguntas de tu hijo.
Pero cuando las palabras no sirven de nada a la hora de
enseñar muchos padres pierden la paciencia. ¡No te
desanimes! Es precisamente ahora cuando el esfuerzo vale
la pena. Cuanto más pequeños son tienen más capacidad de
aprender, y solo van manteniendo esa capacidad si se le
estimula. Está comprobado que en el octavo mes de
embarazo nuestros hijos tienen más neuronas que un
adulto. Resulta que las neuronas se van muriendo si no
se usan y no se regeneran. Conclusión: los estímulos
ayudan a que esa enorme capacidad de aprender que
tenemos al nacer dure más tiempo. Las caricias y juegos
con los que ahora disfrutamos juntos servirán durante
muchos años.
No hay una tabla definida de estímulos, aunque sí unas
nociones generales.
Cada niño es un universo que crece y se expresa a su
manera, y la esencia de todo éste proceso es que tú y él
se conozcan. Más importante que ninguna receta es afinar
el instinto materno y paterno, éste va a guiarlos sobre
las necesidades de su hijo muchas veces mejor que ningún
médico.
Un ejemplo de lo diversos que pueden ser los estímulos
está en los “padres canguros”. Un estudio que publicó la
Academia de Pediatría de EEUU que demostró los
beneficios de que uno de los padres tuviera abrazado en
el pecho a su bebé prematuro. Con dos o tres horas al
día e “incluso aunque el niño tenga un tubo de oxígeno”
se conseguía que los niños se desarrollaran mejor que si
estaban todo el tiempo en la incubadora. Ese fue el
primer resultado de que la piel se abraza a y da cariño,
además el estudio decía que los padres “se deprimen
menos, son más cálidos, e interactúan mejor con su
bebé”. Y es que
el primer estímulo, el más importante, y el que si no lo
tenemos de nada sirve todo lo demás, es el estímulo
afectivo, capaz de éstos pequeños milagros con una sola
muestra de ternura.
Antes de nacer:
Comienza a estimular al bebé antes de que nazca. Desde
el quinto mes ya es capaz de ver y oír, y casi todo lo
que escuche mientras esté calentito ahí dentro, después
le recordará esa seguridad y calma.
·
En una habitación tranquila intenta relajarte y meditar.
Piensa que tus sentimientos también le están
envolviendo. Habla con tu bebé, cántale una canción o
ponle una que a ti te guste y sea tranquila. Cuando haya
nacido le ayudará a relajarse.
·
Escucha de vez en cuando música clásica. Hay una
corriente médica, llamada musicoterapia, que estudia los
efectos de cada sonido sobre el organismo. Según ésta
ciencia violines y pianos, cuando no se tocan con mucha
furia, favorecen el ritmo cardiaco y el riego sanguíneo.
En general se recomienda música clásica porque con éste
tipo de música es más fácil aislar el sonido de los
instrumentos. Solo así llegarán melodías al bebé: piensa
que de otra forma, ahí dentro, con el líquido amniótico,
los sonidos se distorsionan. Los tonos graves relajan
nuestro organismo. Que el padre hable con el bebé si
quieres que cuando nazca se tranquilice con su voz.
·
Si ya tienen hijos has que hablen al nonato, de ésta
forma aprenderá pronto que ellos pertenecen a ese
círculo de personas que lo cuidan desde siempre.
·
Cuando el bebé haga algo que estás intentado enseñarle,
tienen que felicitarle TODOS. Contarle a los abuelos y
hermanos que es lo que están intentando que aprenda para
que así ellos también puedan animarle.
Continuará
Lic. Rosa Elena Ponce V. |