Por Alfonso Aquiñó
Hace poco leí que ante
el sufrimiento y las contrariedades es donde la mayor
parte de la gente muestra su verdadero rostro. En otras
situaciones es más fácil aparentar, pero en la antesala
del quirófano, o ante una desgracia o un contratiempo
importante, la gente suele abandonar toda inhibición y
mostrarse tal como es.
Entonces se distingue
muy bien a la gente positiva y a la negativa. Te
encuentras, por ejemplo, a unos enfermos que sonríen,
que te dicen que las cosas van bien, que sus dolores son
quizá fuertes, pero soportables; que han visto a otros
que están mucho peor que ellos y que no pueden quejarse;
que no han perdido la alegría ni las ganas de vivir; que
están agradecidos por los cuidados que reciben. Son la
gente positiva.
Y hay otra gente,
negativa, a quienes cuesta más ir a visitar cuando están
enfermos. Ellos, o quienes les rodean, o unos y otros,
no paran un momento de hablar de sus enfermedades, de
sus terribles dolores, de sus interminables
sufrimientos, de los imperdonables fallos que tienen con
ellos los médicos y enfermeras, y de no se cuantas cosas
más. Y se pasan horas hablando de sus padecimientos, y
de lo que les queda por pasar, haciendo mil profecías de
sus supuestas desgracias.
Pero esa gente suele ser
tan negativa porque la vida le ha debido cargar de malos
tragos. Probablemente no sea culpa suya.
Creo que no es ése el
problema. Muchas veces resulta objetivamente más
dolorosa y difícil la situación de quien menos se queja.
A lo mejor esperas encontrar abrumada a una persona que
ha sufrido una desgracia importante, y luego la ves muy
entera. Y, por el contrario, te encuentras a otra
totalmente hundida por una tontería, cuando lo tiene
casi todo. ¿Por qué? Creo que es que son dos formas de
afrontar la vida.
Piensa en tu vida. A lo
mejor estás triste y tu situación no es objetivamente
tan difícil. O, aun suponiendo que lo fuera, piensa si
merece la pena dejarse arrastrar por la desesperanza.
Piensa en que hay gente
que lo pasa mucho peor y sabe sobreponerse. Los conoces,
quizá. Examina su forma de ser y de pensar. Intenta
aprender de ellos.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |