Por Max
Lucado
Lucía
no lo oyó. Así que, Punchinello, regresó a casa. Se
sentó cerca de un a ventana y se puso a observar a la
gente de madera cómo corrían de aquí para allá dándose
estrellas o puntos unos a otros. "Eso no es justo",
refunfuñó. Y decidió ir a ver a Elí. Él se acercó al
estrecho camino que iba hacia la cima de la colina y fue
en dirección al taller grande. Al entra allí, sus ojos
de madera se abrieron desmesuradamente ante las cosas
que veía. El taburete era tan alto como él mismo. Tuvo
que estirarse sobre la punta de sus pies para mirar la
altura de la mesa de trabajo. Un martillo era tan largo
como su brazo. Punchinello tragó saliva. "¡No voy a
quedarme aquí!", y se dio vuelta para salir.
Entonces oyó su nombre. "¿Punchinello?". La voz era
fuerte y profunda. Punchinello se detuvo.
"¡Punchinello!
¡Qué bueno que has venido! Ven y déjame mirarte."
Punchinello se volvió lentamente y vio la gran barba del
artesano. "¿Tú sabes mi nombre?", preguntó el pequeñito
"wemmick". "Por supuesto que lo sé. Yo te hice a ti."
Elí se
inclinó, recogió del suelo a Punchinello y lo colocó
sobre la mesa de trabajo. "Hum", dijo el artesano
pensativamente mientras miraba los puntos grises.
"Parece que has recibido marcas malas." "No significan
eso, de verdad, yo me esforcé mucho por no recibirlas,
Elí"
"Oh, no
tienes que defender tus acciones ante mí, muchacho. Yo
no me preocupo por lo que los demás 'wemmicks'
piensan.".
"¿No te
importa?" "No, y tú no deberías hacerlo tampoco.
¿Quiénes son ellos para dar estrellas o puntos? Son 'wemmicks'
exactamente como tú. Lo que ellos piensan no importa,
Punichello. Lo único importante es lo que pienso yo. Y
yo pienso que tú eres muy especial."
Punichello sonrió.
"¿Especial, yo? ¿Por qué? No puedo caminar aprisa. No
puedo saltar. Mi pintura está desconchada. ¿Por qué soy
importante para ti?"
Elí
contempló a Punichello, puso sus manos sobre aquellas
espalditas de madera, y habló muy lentamente.
"Por
que tú eres mío. Esa es la razón de que seas importante
para mí."
Punichello nunca había tenido a alguien que lo viera de
esa forma - mucho menos su creador.
No
sabía qué responder.
"Cada
día he estado esperando que tú vinieras", explicó Elí.
"Vine
por que me encontré con alguien que no tenía marcas",
dijo Punichello.
"Lo sé.
Ella me habló de ti."
"¿Por
qué las etiquetas no se pegan sobre ella?"
El
artesano habló suavemente.
"Por
que ella decidió que lo que Yo pienso es más importante
que lo que ellos piensan. Las etiquetas únicamente se
pegan si tú permites que lo hagan."
"¿Qué?"
"Las
etiquetas sólo se pegan si son importantes para ti. Lo
más importante es que confíes en mi amor, y dejes de
preocuparte por sus etiquetas."
"No
estoy seguro de haber comprendido."
Elí
sonrió. "Lo vas a intentar, pero esto tomará su tiempo.
Tienes demasiadas marcas. Por ahora, sólo ven a verme
todos los días y déjame recordarte cuánto te amo."
Elí
levantó a Punchinello de la mesa y lo puso sobre el
piso. Y cuando el "wemmick" salía por la puerta, le
dijo: "Recuerda, tú eres especial por que yo te hice, yo
no cometo errores."
Punchinello no se detuvo, pero su corazón pensaba:
"Eso
explica por qué soy especial ante sus ojos."
Y al
comprenderlo al fin, un feo punto gris cayó sobre la
tierra...
Lic. Rosa Elena Ponce V. |