Tomado
de: Somos Padres
Resistir ante el acoso
Cuenta
Mari, madre del terremoto Javier, de 12 meses, que se le
puso la cara muy roja el primer día que vinieron los
abuelos a conocer al nuevo miembro de la familia.
"Habíamos hablado por teléfono y estaban ansiosos por
conocerle, así que se animaron con un viaje de casi dos
mil kilómetros, un viaje que nunca habían hecho. Cuando
llegaron a casa fueron corriendo a abrazar a Javier... y
Javier salió corriendo y llorando, como si hubiera
visto un monstruo. A los abuelos casi les da un
soponcio".
Lo que
les pasó a los abuelos de Javier, le puede suceder
también a otros familiares, pero sobre todo a ellos, a
los padres. No es muy bonito ver como nuestro hijo
busca siempre los brazos de nuestra pareja o se asusta
ante nosotros, pero no debemos caer en los celos ni en
las envidias. Como hemos dicho, lo que ahora le
ocurre es una etapa pasajera, hay que entender que
nuestro pequeño aún no entiende mucho lo que significa
ser educado, ni se da cuenta de que nos puede estar
molestando su actitud.
Tenemos
que ser fuertes: la madre va a sentir un acoso que no
siempre es fácil de llevar y nuestro pequeño, aunque nos
parezca un desagradecido, nos necesita para superar esta
etapa: tendremos que acercarnos poco a poco a él hasta
enseñarle que ese "resto del mundo" que no es su mamá
también le puede querer y cuidar igual de bien.
Tenemos que darle la tranquilidad de que sus padres
están ahí cuidándole... pero no solo eso. También es
fundamental que fomentemos en él la seguridad de que no
le sucederá nada, que el mundo no es ofensivo,
que esas personas ante las que se pone a llorar (como
los abuelos Javier), también le quieren. Para todo ello
necesitamos un poco de psicología: sería bueno que al
principio le acariciásemos mientras le ponemos en las
manos de otro, o que estuviéramos cerca para que se
relaje y juegue a gusto con otros niños... y esto es
crucial, que pese a sus miedos le busquemos siempre
compañeros de su edad, con los que gracias al juego se
irá dando cuenta de que no es tan grave pasar el rato
con otros.
A
muchas madres les compensa padecer el acoso de esa lapa
en la que se convierte su hijo. Si lo piensas, es
realmente enternecedor ver cuánto depende de nosotros
esa criaturita que tantos esfuerzos nos ha costado
formar... y es que necesitándonos así nos hacen
sentirnos tan especiales y necesarias que puede dar
hasta gusto soportar sus chillidos, llantos, gritos y
disgustos.
Si
queremos ser madres responsables, tenemos que superar
este pequeño placer que nos puede dar verle así de
necesitado:
no
siempre vamos a estar ahí para consolarle, para
resolverle sus angustias. Hay que promover en él el
valor, el abrirse a los demás, el no tener miedo de
jugar con otros... el no necesitarnos, pues nuestra
función es hacer de él una persona fuerte y segura de sí
mismo, algo que cuando se consigue, te aseguro que te
llenará de mucho más orgullo que el que puedes sentir
cuando le ves que te necesita todo el tiempo.
Continuará
Lic. Rosa Elena Ponce V. |