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www.emergencia.org.mx           Sep. 24, 2007    Boletín No. 395


 

 

 

 

''Mamitis'': niños pegados a la piel. Parte II

Tomado de: Somos Padres

Resistir ante el acoso

Cuenta Mari, madre del terremoto Javier, de 12 meses, que se le puso la cara muy roja el primer día que vinieron los abuelos a conocer al nuevo miembro de la familia. "Habíamos hablado por teléfono y estaban ansiosos por conocerle, así que se animaron con un viaje de casi dos mil kilómetros, un viaje que nunca habían hecho. Cuando llegaron a casa fueron corriendo a abrazar a Javier... y Javier salió corriendo y llorando, como si hubiera visto un monstruo. A los abuelos casi les da un soponcio".

Lo que les pasó a los abuelos de Javier, le puede suceder también a otros familiares, pero sobre todo a ellos, a los padres. No es muy bonito ver como nuestro hijo busca siempre los brazos de nuestra pareja o se asusta ante nosotros, pero no debemos caer en los celos ni en las envidias. Como hemos dicho, lo que ahora le ocurre es una etapa pasajera, hay que entender que nuestro pequeño aún no entiende mucho lo que significa ser educado, ni se da cuenta de que nos puede estar molestando su actitud.

Tenemos que ser fuertes: la madre va a sentir un acoso que no siempre es fácil de llevar y nuestro pequeño, aunque nos parezca un desagradecido, nos necesita para superar esta etapa: tendremos que acercarnos poco a poco a él hasta enseñarle que ese "resto del mundo" que no es su mamá también le puede querer y cuidar igual de bien.

Tenemos que darle la tranquilidad de que sus padres están ahí cuidándole... pero no solo eso. También es fundamental que fomentemos en él la seguridad de que no le sucederá nada, que el mundo no es ofensivo, que esas personas ante las que se pone a llorar (como los abuelos Javier), también le quieren. Para todo ello necesitamos un poco de psicología: sería bueno que al principio le acariciásemos mientras le ponemos en las manos de otro, o que estuviéramos cerca para que se relaje y juegue a gusto con otros niños... y esto es crucial, que pese a sus miedos le busquemos siempre compañeros de su edad, con los que gracias al juego se irá dando cuenta de que no es tan grave pasar el rato con otros.

A muchas madres les compensa padecer el acoso de esa lapa en la que se convierte su hijo. Si lo piensas, es realmente enternecedor ver cuánto depende de nosotros esa criaturita que tantos esfuerzos nos ha costado formar... y es que necesitándonos así nos hacen sentirnos tan especiales y necesarias que puede dar hasta gusto soportar sus chillidos, llantos, gritos y disgustos.

Si queremos ser madres responsables, tenemos que superar este pequeño placer que nos puede dar verle así de necesitado: no siempre vamos a estar ahí para consolarle, para resolverle sus angustias. Hay que promover en él el valor, el abrirse a los demás, el no tener miedo de jugar con otros... el no necesitarnos, pues nuestra función es hacer de él una persona fuerte y segura de sí mismo, algo que cuando se consigue, te aseguro que te llenará de mucho más orgullo que el que puedes sentir cuando le ves que te necesita todo el tiempo.

Continuará

   Lic. Rosa Elena Ponce V. 

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