Mª Ángeles Pérez
Montero y
Francisco Javier Rodríguez Laguia
Existen casos de padres que quieren ser tan amigos de
sus hijos que no les dan la suficiente autonomía para
dejar que se relacionen con sus iguales.
La
amistad es hermosa pero los verdaderos amigos no deben
ser los padres sino personas de su edad con sus mismos
problemas, inquietudes e ilusiones.
El
adolescente necesita la autoridad paterna y se puede
armonizar con compartir con ellos valores propios de la
amistad, confianza, generosidad, lealtad, etc.
En
etapas anteriores a la adolescencia, los padres pueden
sustituir de alguna manera a los amigos de los hijos y
ocupar su tiempo libre. Sin embargo en la adolescencia
esto resulta implanteable. Los puntos de contacto que
quedan con los hijos serán afinidades, gustos o
aficiones que hayamos sembrado de pequeños. Por ejemplo,
acompañarles a algún partido que practica, salir juntos
a andar o montar en bici, coleccionar cromos y
colocarlos juntos en el álbum... Estas situaciones
siempre se harán con “afecto desinteresado”; si le
acompañamos al partido ha de ser para servirle de apoyo
no para “proyectarnos” en sus jugadas. Compartir tiempo
con los hijos no debe pretender entrar en su mundo de
intereses propiamente adolescentes para llegar a su
intimidad. A veces es más conveniente invitar al
adolescente a nuestro mundo y conseguiremos además un
cultivo inmejorable para llegar a su intimidad: en una
mañana de natación bien aprovechada se puede conocer más
al hijo que en un año de “compartir” casa.
A
los 15 años las actividades deportivas tienen mucho
interés para los chicos/as; plantear un partido de tenis
puede tener gran éxito, pero después hay que mantener
una periodicidad más o menos concreta para alcanzar esa
costumbre.
Los
hijos además de todo lo anterior, necesitan algo muy
importante para alcanzar su autonomía e independencia:
LA AUTORIDAD DE
LOS PADRES. ¿Cómo conseguir que los
hijos hagan caso a los padres?:
1.
Con unas pocas normas muy claras.
2.
Favoreciendo su participación a la hora de tomar
decisiones.
En
los últimos años la autoridad de los padres se ha
debilitado, se encuentra en entredicho, pero buscar
soluciones fuera de la familia no sirve de nada. Son los
padres los que deben educar a los hijos. Cuando existe
crisis de autoridad puede que falte alguna de estas
condiciones:
Que
exista consenso entre padre y madre.
Autoridad
participativa llegando a acuerdos.
El
fin a perseguir es la educación y autonomía de los
hijos.
Coherencia
con la conducta de los padres.
Que
se apoye en valores y normas estables.
Que
se traduzca en hechos.
Continuará
Lic. Rosa Elena Ponce V. |