Los niños son unas criaturas dulces y lindas que han
venido a este mundo para poner a prueba la paciencia de
los adultos.
Si el método no resultara (lo cual nos pone ya ante un
caso muy difícil), debemos repetir la misma operación,
con la misma paciencia, pero esta vez dejándole en el
cuarto “hasta que te des cuenta de los que estás
haciendo y quieras cambiar”. Muchas veces os hemos dicho
eso de que los pequeños a veces se comportan como si
fueran una pelota y se lanzan una y otra vez contra
nosotros, que somos el muro que tiene. Así nos prueba,
así pone un examen a nuestras capacidades, y, si le
demostramos que por más que choque la pelota el muro no
se cae porque tiene más paciencia y aguante que él,
hasta el niño más impaciente y difícil cede. Lo
único que debes hacer es confiar en estas pautas y en ti
mismo y repetir la operación, una, dos, tres y las veces
que haga falta.
Puede que ya te hayas dado cuenta de cuál es el
secreto que hay detrás de todos estos pasos: para
que no se desborde la situación, debemos ponerle unos
raíles, unas vías muy concretas y resistentes para que
conduzcan ese chorro de energía que tiene dentro y que
es el que a veces, desbordándose, nos desborda. Esa es
la idea principal, y las pautas, solo unos pasos que se
derivan de ella, pero quizás tu encuentres otros
secretos y fórmulas. Te animamos a ello.
Habla el refrán de que no se pueden poner diques al mar,
y tiene razón: al mar no, pero a nuestros hijos sí.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |