Mª Ángeles Pérez
Montero y
Francisco Javier Rodríguez Laguia
Los
padres que quieran aumentar o mantener su autoridad no
deben discutir delante de los hijos con relación a temas
que les atañen a ellos. Nunca desautorizar a la pareja.
Deben tenerse en cuenta las opiniones de los hijos y no
tratar de imponer de manera despótica la opinión o punto
de vista, comportándose de forma demasiado exigente
mandando y obligando puesto que así conseguirán
indisciplina y rebeldía. Es conveniente proponer y
sugerir.
Utilizando el “no” sin complejos llegaremos a obtener el
control de los hijos. Deben entender que a veces es
bueno renunciar a algo. Entre mantener una actitud
autoritaria o dar libertad absoluta a los adolescentes,
hay un término medio. Lo realmente eficaz es actuar de
manera progresiva. Dar dosis de libertad basadas en el
dialogo.
Conforme se demuestre su coherencia y responsabilidad,
se debe ir ampliando este margen.
En
la etapa adolescente el joven debe aprender a
convertirse en su propio guía. No conviene que los
padres mantengan sistemas autoritarios ni tampoco
excesivamente permisivos. Entonces,
¿DEBEMOS EXIGIR O NO A
LOS JÓVENES? A partir de ahora depende
de ellos. En la medida en que consigan autoexigirse, los
padres soltarán amarras. Siguiendo a JOSÉ MARÍA LAHOZ
GARCÍA en su artículo “¿Exigir a un adolescente?”
podemos apuntar algunos aspectos en los que el individuo
puede llegar a la
autoexigencia:
1.
Dominio de impulsos y manifestaciones agudas en su
carácter.
2.
Respeto de los derechos de los demás como límite a su
propia libertad.
3.
Subordinar el placer y la libertad a la realidad y
previsión del futuro.
4.
Liberarse de lo que impida apreciar lo que tiene
realmente valor.
Comunicar los anteriores objetivos a los chicos sólo
será posible si los padres son capaces de vivir la
propia autoexigencia. En el momento en que no se es
coherente ni hay esfuerzo por parte de los padres la
autoridad ante los hijos queda anulada.
La
libertad y la autonomía respecto al uso del tiempo
libre, el uso del dinero, el horario de llegada o la
petición de pasar la noche fuera de casa hay que
otorgarla en función de la responsabilidad demostrada.
Esta será la clave:
A
mayor responsabilidad mayor
autonomía.
Falta de responsabilidad
restricción de autonomía.
En
cualquier caso, los padres deben asegurarse de conocer
dónde y en qué
condiciones estarán los hijos. Lo pueden
hacer aplicando pautas como las siguientes: hablar con
los padres de los amigos, cuidar que no haya hermanos
mayores con ambientes desacostumbrados para ellos y
dejar claro que pasará cierto tiempo hasta que puedan
volver a dormir fuera si este fuera el caso. Esto no
debe convertirse nunca en una costumbre ni en un
capricho
Lic. Rosa Elena Ponce V. |