Mª Ángeles
Pérez Montero
y Francisco Javier Rodríguez
Laguía
Expresar
sentimientos no es tarea sencilla. Los padres deben
contribuir a que sus hijos aprendan a expresar sus
sentimientos y emociones asegurándose de proporcionarles
los modelos más adecuados de aprendizaje emocional y de
expresión de sentimientos.
Este
tipo de aprendizaje se realiza fundamentalmente en la
familia porque los padres aman a los hijos y los hijos a
los padres y esto es suficiente para iniciar el arte de
comprender y sentir sus emociones. Este aprendizaje
emocional se manifiesta en lo que los padres dicen y
hacen y también en los modelos que les ofrecen para
manejar sus propios sentimientos en pareja.
El
PRIMER PASO
para conseguir salir triunfantes en esta difícil tarea
es ser capaces de escuchar con toda
atención
a los hijos, en cualquier situación y edad. Los padres
deben transmitirles que sus sentimientos son tan
importantes para ellos como para los padres.
Otro punto importante
es no intervenir con palabras antes de que ellos hayan
expresado totalmente sus inquietudes. Alguna expresión
como “vaya”, sin emitir más palabras les dará espacio
para comunicarse sin sentirse juzgados. Expresiones de
este tipo manifiestan interés por lo que los hijos
dicen; expresan que los padres les escuchan e intentan
comprender; se trata, en definitiva de emitir respuestas
abiertas.
En
tercer lugar, hay que ayudarles a nombrar lo que
sienten. Cuando los niños saben que son escuchados y
comprendidos aprenden a fiarse de sus sentimientos, a
manejar emociones como la tristeza, antipatía,
vergüenza, ira o rechazo. Para tener éxito en las
relaciones sociales es fundamental mantener el control
de las emociones, por encima del carácter personal y
ello se consigue si en la familia se lo facilitamos.
Según la
profesora CARMEN HERRAR GARCÍA con los siguientes
CONSEJOS PRÁCTICOS conseguiremos que
los hijos lleguen a ser adultos emocionalmente estables:
1.
Escuchar atentamente sin intervenir hasta el final.
2. Darle
tiempo a que se explique y que llegue a sus propias
conclusiones.
3.
Conceder credibilidad y confianza a sus sentimientos: no
recriminarle ni juzgarle.
4. No
hacer juicios previos etiquetándole.
5.
Ayudarle a nombrar lo que siente. Debe reconocer y
diferenciar sentimientos: temor, ira, miedo, alegría,
sorpresa, disgusto...
6.
Promover en casa un ambiente general de escucha y
respeto por los sentimientos de todos los miembros.
Si se
observa el desarrollo emocional de los niños y
adolescentes se pueden descubrir estadios iniciales de
problemas que pueden llegar a ser serios. Hablamos de
algunos síntomas como tristeza persistente, llanto. Esto
puede ser una señal de alarma ante una depresión
infantil, que diagnosticada tempranamente se podrá
tratar con eficacia.
Continuará
Lic. Rosa Elena Ponce V. |