Mª
Ángeles Pérez Montero
y Francisco Javier Rodríguez
Laguía
La
DEPRESIÓN
se puede definir como una situación afectiva de tristeza
mayor en intensidad y duración que ocurre en un niño. Es
una enfermedad causada por la condición depresiva
persistente interfiriendo con la habilidad de funcionar
del niño o adolescente.
Existe
mayor riesgo de padecerla en niños y adolescentes que
viven con mucha tensión o que han experimentado una
pérdida traumática. También hay riesgo en niños que
tienen desórdenes de la atención del aprendizaje o la
conducta. Decíamos que es importante observar la
conducta, o más bien, el cambio en la conducta para
detectar posibles anomalías. Si un niño o adolscente
deja de jugar con sus amigos para pasar más tiempo sólo;
si las cosas que le gustaban ya no le interesan o
incluso si se empieza a portar mal en casa o en la
escuela debemos dialogar de modo amigable con él para
compartir lo que está experimentando y ayudarle.
Existen
algunos síntomas
que nos pueden dar la clave ante una depresión:
tristeza, irritabilidad, anhedonia (pérdida del placer),
llanto fácil, falta del sentido del humor, cambios en el
sueño, baja autoestima, sentimiento de no ser querido,
cambios de apetito y peso, hiperactividad e ideación
suicida.
Además
de los anteriores síntomas también pueden observarse
conductas
como las siguientes:
1. Quejas frecuentes de enfermedades físicas como dolor de
cabeza y estómago.
2. Deterioro en los estudios o faltas en la escuela.
3. Falta de energía y aburrimiento persistente.
4. Concentración pobre.
5. Desesperanza.
6. Pérdida de interés en sus actividades favoritas; o
inhabilidad para disfrutar de las actividades favoritas
previas.
7. Aislamiento social, comunicación pobre.
8. Sensibilidad extrema hacia el rechazo y el fracaso.
9. Aumento en la dificultad de relacionarse, coraje u
hostilidad.
10. Cambios notables en los patrones de comer y de dormir.
11. Hablar de o tratar de escaparse de la casa.
El
diagnóstico y tratamiento temprano es esencial ya que es
una enfermedad real que requiere tratamiento y ayuda
profesional. Algunos niños y adolescentes admiten cuando
se les pregunta si están tristes o si son infelices. De
ahí la importancia de la familia para recoger las
inquietudes emocionales de los hijos y como decíamos al
principio, fomentar el clima apropiado para expresar
sentimientos o estados de tristeza y poder afrontarlo.
Continuará
Lic. Rosa Elena Ponce V. |