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Nov. 28, 2007 Boletín No. 442
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Consejos para vivir la paz en el
matrimonio. Parte II
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Tomado de La
Familia
Respeto
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En
ocasiones, las bromas pueden resultar insulto; en ese
caso es mejor callarse. Se agradece más una constante y
agradable serenidad que una alborotada alegría de las
que terminan por herir.
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Poner
la misma fuerza de voluntad para no decir cosas
desagradables aunque se hable con verdad y en verdad que
la que se pone para ocultar años y defectos. Se
avanzaría mucho en la conquista de la paz.
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Respetar exige mucho amor y mucha comprensión. Para
respetar la personalidad ajena es preciso tener
personalidad propia.
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No
porque la casa sea propia, se destruye. No porque el
carro sea propio, se usa indebidamente. Porque el marido
o la mujer sean propios, no se desprecian.
Fortaleza
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Las
dificultades económicas son una dura prueba. Si en vez
de separara a los que se quieren, los une para el
esfuerzo, pueden ser “desgracias” positivas.
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La
queja constante, aunque haya motivo, convierte a un
hombre en un ser insoportable.
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A ella
le gusta la playa y a él la montaña. Hasta ahora, todo
es natural. No lo son el desprecio y la repulsa
sistemática hacia la playa o hacia la montaña.
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Para
ponerse de acuerdo dos personas es preciso que uno de
los dos sepa ceder. No es bueno creerse siempre en
posesión de la verdad. Muchas veces esa verdad es
subjetiva y velada por el agotamiento, por el mal humor
o por la terquedad.
Generosidad
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El
egoísmo es el gran enemigo de la paz. Pensar en el gusto
propio, en la manera propia, en el propio estilo, en la
propia conveniencia, es perder el camino.
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Generosidad al dar y generosidad al gastar. Los
problemas serán menos y el equilibrio mayor.
Comunicación
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Para
que haya comunicación debe haber, en primer lugar,
voluntad de tener una actitud de diálogo. Es tan difícil
dialogar, sobre todo porque el hombre y la mujer ¡son
tan distintos!
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Para
lograr una verdadera comunicación debe existir también
el respeto, o sea, el valor que merece la pareja, la
persona que se eligió para compartir el resto de la
vida.
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Muchas
veces las parejas dialogan pero sólo para soltar un
montón de reproches. De eso no se saca nada más que
ofensas, porque cuando se reprocha, no se escucha, sólo
se ve lo malo que ha sido el otro.
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Las
parejas que no dialogan, que no se conocen
profundamente, no podrán tener una vida sexual plena.
Tal vez sí exista el placer físico, pero éste es
pasajero, no trasciende, será el encuentro de dos
cuerpos pero no de dos seres.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |
Brinco al inicio
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