Una historia sobre la amistad
Unos pocos años más tarde, en mi ruta hacia el oeste,
hacia la universidad, mi avión aterrizó en Seattle.
Tenía algo así como media hora entre avión y avión. Pasé
alrededor de 15 minutos al teléfono con mi hermana que
entonces vivía allí. Entonces, sin pensar en lo que
estaba haciendo, marqué a la operadora de mi pueblo
natal y dije, "Información Por Favor".
Milagrosamente, oí la menuda y clara voz que conocía tan
bien, "Información."
No lo había planeado, pero me oí a mí mismo diciendo,
"¿Puede decirme cómo se deletrea aprieto?"
Hubo una larga pausa. Entonces vino la respuesta en voz
baja, "Supongo que tu dedo ya debe estar curado."
Reí. "Así que realmente eres tú aún," dije. "Me pregunto
si tienes idea de cuánto significaste para mí en aquel
tiempo."
"Me pregunto," dijo ella, "si sabes lo mucho que tus
llamadas significaban para mí. Nunca he tenido hijos y
solía esperar tus llamadas."
Le dije cuan a menudo había pensado en ella a lo largo
de los años y le pregunté si podía llamarla de nuevo
cuando volviera a visitar a mi hermana.
"Por favor, hazlo," dijo. "Pregunta por Sally."
Tres meses después estaba de vuelta en Seattle. Una voz
diferente contestó, "Información." Pregunté por Sally.
"¿Es usted un amigo?" dijo ella.
"Sí, un muy antiguo amigo," respondí.
"Siento tener que decirle esto," dijo. "Sally había
estado trabajando tiempo parcial los últimos años porque
estaba enferma. Murió hace cinco semanas."
Antes de que pudiera colgar dijo, "Espere un momento.
¿Dijo que su nombre era Paul?" "Sí." "Bien, Sally dejó
un mensaje para usted. Lo anotó por si usted llamaba.
Déjeme leérselo."
La nota decía, "Dile que aún digo que hay otros mundos
donde cantar. Él sabrá lo que quiero decir."
Le di las gracias y colgué. Sabía lo que Sally quería
decir.
Una hermosa historia que nos habla de que la amistad
puede surgir donde menos lo esperas, solo hay que estar
dispuestos a recibirla. Le dedico este artículo a todos
aquellos con les que tenido contacto por este medio.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |