Colaboración: Ma. Del Rosario H. de Villarreal
Me vi
de pronto acompañado únicamente de mi esposa, sentados a
la mesa, Los dos solos. En ese instante, no se de que
forma vinieron a mi mente mis padres.
Cuando
joven, al llegar las fiestas navideñas, las posadas, las
reuniones con los amigos y demás, optaba siempre por
asistir a estas reuniones que pasarlas con mis padres.
Mi
padre, siempre quiso que toda la familia, al menos el
día último del año, la pasáramos juntos. Siempre nos
decía que dividiéramos las dos fechas.
Los que
ya estaban casados, pasaran la nochebuena en casa de sus
suegros y, los aún solteros, con los amigos. Lo único
que nos pedía era que el día último lo esperáramos con
él y con mi madre. Nunca se lo pudimos cumplir.
Mis
hermanos ya casados, nunca pudieron. Siempre alegaron
que estaba muy retirada la casa de sus respectivos
domicilios, que era muy fría la noche, en fin, siempre
excusas. Los solteros, preferíamos salir con los amigos,
beber hasta que no había una botella más que abrir o un
súper donde comprar más alcohol.
Una
noche de diciembre, mi hermano mayor nos convocó a todos
los demás para hacernos saber que deberíamos pasar más
tiempo con los viejos, que nunca después de haberse
casado los mayores, habían pasado un fin de año con
ellos.
Más
bien, pienso ahora, que mi hermano estaba pasando por lo
mismo que mis padres, ya que sus hijos mayores,
empezaban a pasar estas fechas con sus amigos y él y su
esposa pasaban ya sus dos primeras noches de fin de año
solos. Todos estuvimos de acuerdo en que pasaríamos el
31 de diciembre de ese año en casa de mis padres.
Mis
padres se pusieron muy felices, mi padre le dijo a mi
madre, que sacara las ollas grandes para preparar una
gran cena. En la casa era todo Felicidad. Mi padre se
acercó a mí y dijo:
Estoy
muy feliz hijo, porque por fin voy a tener a todos como
cuando eran pequeños, sentados en la mesa de la casa.
Quiero ver a mi hijo el mayor a mi derecha, a ti a mi
izquierda por ser el más pequeño. Tu madre estará en el
extremo opuesto y tus hermanas a su derecha excepto tu,
que estarás en ese lado. Se le veía tan feliz, que me
dio un abrazo el cual sentí tan lleno de amor que quise
llorar.
Todo
estaba listo. Eran las 7:00 de la noche y les dije a mis
padres que iría a comunicarles a mis amigos que no
pasaría el fin de año con ellos sino con mi familia. Mi
padre dijo:
Haces
bien hijo, para que no te vayan a esperar- y me dio una
palmada en el hombro y me brindó una bella sonrisa.
Continuará
Lic. Rosa Elena Ponce V. |