Un relato sobre la alegría de dar al prójimo
Por Dan Clark
Un amigo mío llamado Pablo recibió un automóvil
de parte de su hermano como regalo de Navidad. En
Nochebuena cuando Pablo salió de su oficina, un pilluelo
estaba caminando alrededor del flamante auto nuevo,
admirándolo. "¿Es este su auto señor?" preguntó.
Pablo asintió. "Mi hermano me lo regaló por
Navidad."
El joven estaba asombrado.
"¿Quiere decir que su hermano se lo regaló y que
no le costó ni un centavo?, vaya, ya quisiera…"
-vaciló.
Claro que Pablo sabía lo que deseaba. Deseaba tener un
hermano como el suyo. Pero lo que el muchacho le dijo
sacudió a Pablo hasta sus talones.
"Desearía," continuó el chico, "poder ser un hermano como el
suyo". Pablo miró al muchacho sorprendido, e
impulsivamente añadió, "¿Te gustaría dar una vuelta en
mi auto?"
"Claro que sí, me encantaría". Luego de un corto paseo, el
jovencito se volvió y con los ojos encendidos, dijo,
"Señor, ¿le importaría manejarlo frente a mi casa?"
Pablo sonrió ligeramente. Creyó saber lo que el mozalbete
quería. Quería mostrar a sus vecinos que podía llegar a
casa en un gran automóvil, pensó él.
Pero se equivocó nuevamente. "¿Podría detenerse donde están
esas dos gradas?" preguntó el muchacho. Una vez detenido
el auto bajó y subió los escalones.
Pronto Pablo lo oyó regresar, pero no venía rápido. Estaba
cargando a su pequeño hermano lisiado.
Lo sentó al final de la grada, luego como que lo giró para
que puediera ver el auto.
"Allí está amiguito, como te dije adentro, su hermano se lo
regaló por Navidad y no le costó un centavo. Y algún día
yo te voy a regalar uno igual a ese; así podrás ver
todas las hermosas cosas en las ventanas navideñas que
te he estado tratando de describir."
Pablo bajó del auto y fue hacia ellos, levantó al muchachito
y lo sentó en el asiento delantero de su carro. Luego su
hermano mayor subió atrás y los tres empezaron un gran
paseo navideño.
Esa Nochebuena, Pablo aprendió lo que Jesús quería decir
cuando dijo: "Hay mayor alegría en dar."
Lic. Rosa Elena Ponce V. |