Los hijos necesitan tener una buena imagen de sus padres
para crecer seguros y relacionarse sanamente con los
demás. ¿Qué pasa cuando uno de ellos está ausente y el
otro (otra) destruye su imagen?
Josefina Lecaros S.
Asesoría: Benito Baranda, psicólogo y orientador
familiar.
Inseguridad en la vida afectiva
Mantener lazos con el cónyuge ausente
Suele ser extraordinariamente difícil mantener una
actitud de respeto hacia el otro miembro de la pareja,
pues por lo general hay una regresión muy fuerte a la
adolescencia. Y bajan unas rabietas infantiles que
causan mucho daño y cuesta mucho después reparar.
Por
eso, a pesar de que se tengan ganas de llorar, de
insultar a la otra persona, de todas las rabias... se
debe tratar de hablar con respeto y luego desahogarse en
los otros grupos de ayuda de los que hablábamos. Esto
requiere de mucha fortaleza, pero hay que recordar que
esas rabietas telefónicas o la actitud de que el otro no
existe o de usar a hijos como intermediarios son parte
del egoísmo personal, de la necesidad de descargar la
rabia contra el otro, lo cual termina dañando a los más
indefensos, los hijos.
De
ahí la importancia de mantener los lazos -formales a lo
mejor- con el cónyuge ausente. De respeto. De ponerse de
acuerdo por teléfono sobre la salida de los hijos y de
luego preguntar a los hijos sobre cómo les fue con el
papá... En el fondo, una actitud de que el otro es digno
de respeto y no de “él ya no existe para mí”.
Prohibido decir
Una
cosa es la teoría y, otra, la práctica. Estas son las
frases que nunca pueden salir de la boca de un padre o
de una madre ante sus hijos.
* Es
un desgraciado(a), infeliz, sinvergüenza...
Los
adjetivos calificativos que nacen de las heridas por un
matrimonio roto no quedan en el aire. Marcan a los
hijos. No sólo al identificar a su padre o madre con
esos apelativos, sino que se impregnan de la rabia,
rencor u odio que hay tras esas palabras.
*
¿Dinero? Pídeselo a tu papá.
Por
lo general el asunto “dinero” es origen de muchas
discusiones. Al igual que las estadías de los hijos con
el padre o madre ausente, es un tema que debe tratarse
entre ambos, a solas o con un mediador, pero nunca
involucrando a los hijos. Y luego, ajustarse a lo
acordado. Si luego alguno no cumple con el acuerdo, no
es el hijo el que debe mendigar, sino que hay que buscar
otras formas para exigir los pagos debidos.
* No
quiero que en esta casa se le nombre. Para mí, “él” (o
“ella”) no existe.
Aunque sea vicioso, aunque los haya abandonado a su
suerte, aunque tenga otra pareja... sigue siendo el
padre o madre de los hijos. No se trata de ocultar los
defectos del cónyuge ausente ni de idealizarlo. Pero
“matarlo” no es la solución. A medida que los hijos
crecen podrán ver que ese hombre o mujer lleno de
debilidades y defectos también tiene su lado positivo.
Lo que para el desarrollo emocional del hijo es clave.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |