Autor:
Vinicius de Morais
Colaboración: Mario Luis Pedroza
Tengo
amigos que no saben cuánto son mis amigos.
No
perciben el amor que les profeso y la absoluta necesidad
que tengo de ellos.
La amistad
es un sentimiento más noble que el amor, es que permite
que el objeto de ella se divida en otros afectos, en
cuanto el amor tiene intrínseco los celos, que no admite
la rivalidad.
Y yo
podría soportar, sin embargo no sin dolor, que hubiesen
muerto todos mis amores, mas enloquecería si muriesen
todos mis amigos!
Hasta
aquellos que no perciben cuánto son mis amigos y cuánto
mi vida depende de sus existencias...
A algunos
de ellos no los frecuento, me basta saber que ellos
existen.
Esta mera
condición me llena de coraje para seguir enfrente de la
vida.
Mas,
porque no los frecuento con asiduidad, no les puedo
decir cuanto gusto de ellos. Ellos no lo creerían.
Muchos de
ellos están leyendo esta crónica y no saben que están
incluidos en la sagrada relación de mis amigos.
Mas es
delicioso que yo sepa y sienta que los adoro, aunque no
se los diga y no los frecuente.
Y a veces,
cuando los frecuento, noto que ellos no tienen noción de
como me son necesarios, de como son indispensables a mi
equilibrio vital, porque ellos hacen parte del mundo que
yo, trémulamente, construí y se tornaron en fundadores
de mi encanto por la vida.
Si uno de
ellos muriera, yo quedaría torcido para un lado.
Si todos
ellos murieran, ¡yo me desmoronaría!
Es por eso
que, sin que ellos sepan, yo rezo por su vida. Y me
avergüenzo, porque esa súplica está, en síntesis,
dirigida a mi bienestar. Ella es, tal vez, fruto de mi
egoísmo.
A veces,
me sumerjo en pensamientos sobre alguno de ellos.
Cuando
viajo y estoy delante de lugares maravillosos, me cae
alguna lágrima porque no están junto a mi, compartiendo
aquel placer...
Si alguna
cosa me consume y me envejece, es que la rueda furiosa
de la vida no me permite tener siempre a mi lado,
habitando conmigo, andando conmigo, hablando conmigo,
viviendo conmigo, a todos mis amigos; y, principalmente,
los que solo desconfian o tal vez nunca van a saber que
son mis amigos!
Lic. Rosa Elena Ponce V. |