De la
fuerza de voluntad depende gran parte del desarrollo
integral de la persona.
Revista Hacer familia. Por Pía Orellana G.
Muchos
niños hoy no tienen idea lo que es aguantarse unas horas
para almorzar. ¿Para qué esperar si siempre -o muchas
veces- se puede sacar algo del refrigerador? La culpa,
está claro, no es de ellos, sino de sus padres, que
seguramente nunca pusieron a prueba su fortaleza ni los
motivaron a resistir... ¿Qué sentido tiene “hacerlos
sufrir” si cuesta tan poco dejarlos contentos?
Esta
manera de pensar nos toca a todos y por ello no nos
debiera extrañar. Estamos acostumbrados a satisfacer
nuestras necesidades lo antes posible y pocas veces
evaluamos cuán urgente es esa necesidad. Sin embargo,
esta forma “consumista” de ver la vida ha tenido
consecuencias negativas, pues ha contribuido a formar
personalidades débiles y sin carácter para luchar.
Una definición
“La
expresión ‘fuerza de voluntad’ puede ser un poco
equívoca porque lleva a pensar en una especie de presión
que se ejerce desde fuera y en contra de uno mismo, lo
que tiene una connotación negativa”, explica Patricia
Moya, filósofa. “Pero en realidad con ella nos referimos
a la capacidad o poder que tenemos como personas para
actuar desde nosotros mismos, es decir, para
autodirigirnos hacia aquellas cosas que vemos que son
buenas para nosotros”.
Todos
tenemos esta capacidad, pero si no la ejercemos,
decidimos nuestras acciones por motivos externos -“todo
el mundo lo hace así”, “esto es lo normal”- o por
debilidad -“me da lata hacer esto”-.
“Actuar
desde uno mismo es ser capaz de descubrir el atractivo
del bien. Dicho así suena abstracto, pero se puede
traducir en una mezcla de conocimiento de lo que es
bueno y conveniente para uno como persona humana, con el
‘gusto’ de hacer eso que es bueno, aunque en algunos
momentos cueste”, agrega la filósofa. Esto implica que
la persona pone en juego su conocimiento y su voluntad
de querer y de apreciar el bien.
Hoy
esta virtud también está siendo investigada desde el
punto de vista de la psicología, que se refiere a ella
como “capacidad de autorregulación” o, más
específicamente, “control voluntario de la atención”.
¿Por
qué tanto interés actual? Se ha demostrado que esa
habilidad trae muchos beneficios para el futuro: entre
otras cosas, una mayor capacidad de comunicación, de
concentración, menor agresividad, etc. “Al igual que la
fuerza de voluntad, este control voluntario de la
atención está ligado a lo que es aprender a modular las
conductas, afectos y pensamientos de acuerdo a las
demandas externas del ambiente”, explica el psicólogo
Felipe Lecannelier, Director de la Unidad de
Intervención Temprana (UIT) de la Universidad del
Desarrollo.
Todos
tenemos la capacidad de autodirigirnos. Si no lo
hacemos, nuestras acciones empiezan a ser guiadas desde
fuera.
Continuará
Lic. Rosa Elena Ponce V. |