Colaboración: Ma. De la Luz Galván
Y así, después de
esperar tanto, un día como cualquier otro decidí
triunfar.
Decidí no esperar a las
oportunidades sino yo mismo buscarlas.
Decidí ver cada
problema como la oportunidad de encontrar una solución.
Decidí ver cada
desierto como la oportunidad de encontrar un oasis.
Decidí ver cada día
como una nueva oportunidad de ser feliz.
Aquel día descubrí que
mi único rival eran mis propias debilidades, y que en
éstas radicaba la única y mejor forma de superarme,
aquel día dejé de tenerle miedo a perder y empecé a
temer a no luchar.
Descubrí que no era yo
el mejor y que quizás nunca lo fui.
Me dejó de importar
quién ganara o perdiera.
Ahora me importa
simplemente saberme mejor que ayer.
Aprendí que lo difícil
no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir.
Aquel día dejé de ser
un reflejo de mis escasos triunfos pasados y empecé a
ser mi propia y tenue luz de este presente, aprendí que
de nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de
los demás.
Aquel día decidí
cambiar tantas cosas, aquel día aprendí que los sueños
son solamente para hacerse realidad, desde aquel día ya
no me duermo para descansar, ahora simplemente duermo
para soñar.
Un abrazo a todos y
recuerden siempre que el éxito es ser feliz... el resto
es consecuencia...
Lic. Rosa Elena Ponce V. |