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www.emergencia.org.mx           Mar. 10, 2008    Boletín No. 516


 

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Educar en la fuerza interior. Parte II

De la fuerza de voluntad depende gran parte del desarrollo integral de la persona.

 Revista Hacer familia. Por Pía Orellana G.

¿Temperamento o intención educativa?

“Desde que nacen y hasta los 24 meses más o menos, los niños no tienen la capacidad de distinguir entre una necesidad inmediata y otra que puede esperar. Por ello, las normas están dadas por el ambiente o por los padres. Pero a los dos años hacen una transición, convirtiéndose la etapa hasta los 6 años en el período más sensible de desarrollo de esa habilidad o virtud”, dice Lecannelier.

Esta llamada capacidad de autorregulación se relaciona con la capacidad de atención que cada niño tiene. “Uno de nuestros estudios demostró que tiene mucho que ver el temperamento del niño. Algunos nacen siendo más reactivos, más sensibles, y suelen tener más dificultad para regularse”, explica el especialista. “Pero también influye lo que sus padres hagan o dejen de hacer”.

A diferencia de lo que se podría pensar, se ha visto que en el primer año de vida los padres que no dejan a sus hijos llorar, sino que los confortan, atienden, los ayudan en su futura capacidad de autorregulación. Pero ya después del segundo año de vida, deben tener una clara intención educativa.

“La capacidad de querer y apreciar el bien se puede y debe desarrollar desde la infancia”, dice Patricia Moya, “y la familia es el mejor lugar para que los niños ‘gusten’ de lo que es bueno porque, gracias al cariño de los padres, ven que aquello que se les enseña como bueno realmente los hace felices. Entonces, más que una fuerza, entendida como una voluntad férrea, se adquiere la capacidad de experimentar el bien”.

Esto no quiere decir que los padres no ejerzan su autoridad para señalar lo que es bueno y malo, “sino que la fuerza de voluntad es el fruto de esa autoridad bien ejercida -dice Patricia Moya-, porque está acompañada de cariño y no es una mera regla externa, sino que también explica el porqué eso es bueno, en la medida que lo puedan entender. Así los niños se fortalecen, principalmente por la experiencia, en el deseo y conquista del bien”. Eso hace que tengan una voluntad fuerte para que después, cuando las situaciones sean más complejas, sepan elegir bien, superando las dificultades que implica alcanzarlo.

Lic. Rosa Elena Ponce V. 

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