Sociedad Argentina de Pediatría
Es
común observar en nuestra cultura que a los niños se les
ofrece infusiones de té, solas o mezcladas con leche.
Estas bebidas no son aptas para los más pequeños.
Se les
suele adjudicar algún efecto beneficioso para su salud o
bienestar (para tener algo "calentito" en el estómago,
darle color a la leche o mejorar su sabor, para la
indigestión, diarrea, etc.).
La
mayoría de los padres, docentes y adultos cuidadores
desconoce que estas infusiones no son recomendables para
los niños, sobre todo los más pequeños. Lo real es que
lejos de aportar algún beneficio pueden ser
perjudiciales para ellos porque:
* Contienen
sustancias que disminuyen el aprovechamiento del hierro,
porque bloquean la absorción en el intestino (taninos y
polifenoles).
* Contienen
sustancias estimulantes y excitadoras del sistema
nervioso (xantinas).
* Suelen
ser irritantes del estómago.
Los tes
para bebés (payco, anís de estrella, anís en grano,
hinojo, boldo, manzanilla, borraja, eucalipto, tila,
ruda, menta, poleo, cedrón, pasionaria, ajo, etc) pueden
provocar intoxicaciones graves por lo que no deben ser
ofrecidos a los niños en ninguna circunstancia.
En
nuestra población infantil la incidencia de anemia por
carencia de hierro está muy extendida y una de las
causas habituales que la generan, además de las
carencias económicas, son los hábitos alimentarios
inadecuados (no comer carnes, consumir jugos o bebidas
industriales y tomar té).
En la
actualidad los niños son expuestos en forma desmedida a
estímulos que los excitan más de lo conveniente
(conflictos familiares y sociales agravados por causas
económicas, violencia y TV, múltiples exigencias de
actividades y horarios ocupados con escaso tiempo libre
para el juego y ocio creativo) a eso se le suma la
costumbre de ofrecerles té lejos de reconfortarlos, los
excitan aún más durante el día y les dificultan la
conciliación del sueño en la noche.
El vaso
de leche no debe ser reemplazado por uno de té. Nada lo
justifica, siendo además bebidas carentes de nutrientes.
Si hace
frío es conveniente mantener el ambiente confortable y
abrigar al niño cuando sale.
Si
rechaza la leche simplemente es porque no tiene hambre y
se le deberá ofrecer agua, si tiene sed, hasta que
vuelva su apetito.
De los
correctos hábitos alimentarios que un niño adquiera
dependerá su buen estado nutricional, su salud y su
plena posibilidad de crecimiento y desarrollo.
La
consulta periódica con el pediatra le permitirá
asesorarse para adecuar los hábitos alimentarios de su
familia con las necesidades del niño.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |