Lo que algunas madres no saben
Por Enrique Orobiogoikoetxea
Desde
hace tiempo, cuando me dirijo al coche para ir al
colegio, veo una escena que me sorprende. A primera
vista puede parecer algo encantador, pero con el tiempo
y un poco de perspectiva choca mucho. Como cada mañana,
veo a un niño que se dirige contento y alegre al colegio
dando saltos y con las manos en los bolsillos. Los niños
no pueden ir nunca andando: saltan, bailan o corren. Por
detrás, viene su madre que charla con el hijo y que
lleva un paso más tranquilo. La causa de este ritmo
sosegado no es solamente la madurez propia de la edad,
sino también el peso que lleva a sus espaldas y en su
mano. Allí están las mochilas de su hijo.
Que
bonita escena, es encantador ver el cariño de una madre
que se sacrifica por su hijo y le lleva sus mochilas.
Pero, detrás de esta escena, hay un gesto que a pesar de
parecer positivo a primera vista, creo que es un gesto
que maleduca al hijo. La madre que con cariño lleva
todas los días la maleta al hijo le está diciendo
“Tranquilo hijo, no te preocupes, si te cuesta yo te
llevo tu mochila. En la vida no te esfuerces, no
sufras”.
Educamos más con los gestos que con lo que decimos. En
este caso estamos educando al hijo en la falta de
responsabilidad de sus obligaciones y en la falta de
fortaleza para afrontar las dificultades.
A todos
los padres les preocupa la felicidad de sus hijos, pero
debemos pensar en que los hijos deben ser felices ahora
y cuando sean mayores. En esos momentos ellos se
enfrentarán a sus responsabilidades: sacar adelante su
familia, ser un profesional competente, actuar con
solidaridad en sus relaciones sociales, etc. Y todo esto
muchas veces les costará, lo tendrán que hacer con ganas
o sin ellas. Eso se educa cuando son pequeños.
En
definitiva, la pregunta es clara, si la maleta es del
niño que la lleve él con su esfuerzo. Por eso, lo que
debemos fomentar en los hijos son las ocasiones y los
gestos en los que les ponemos manos a la obra. Les
ponemos frente a sus trabajos y obligaciones, cuesten o
no. Sus trabajos son pequeños y van aumentando con la
edad. Un niño debe aprender a hacer la cama, a limpiar
sus zapatos, a ordenar su ropa, a recoger la mesa. Los
niños deben darse cuenta desde pequeños que el hogar es
de todos y todos arrimamos el hombro para sacarlo
adelante, porque es nuestro. Además, debemos conseguir
que la apetencia o desapetencia no sea el motivo de sus
actuaciones. Deben aprender a pasar del “me apetece” o
del “me cuesta”, referido a los pequeños trabajos de
cada día, con pequeños gestos. Debemos hablar menos y
hacer-hacer más.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |